Tras el oro conseguido por el equipo español de baloncesto en los Juegos Paralímpicos de Sídney 2000, se descubrió que diez de los doce medallistas no contaban con ninguna discapacidad.
Los Juegos Paralímpicos de Sídney 2000 fue el escenario de una de las trampas más sucias y vergonzosas en la historia del deporte. Y es que, en medio de una actuación espectacular de la delegación de España siendo el cuarto país con más medallas (106), la selección nacional de baloncesto destacó como una de las performances más avasalladoras del certamen. Un logro que se ensució apenas días más tarde, cuando se supo que diez de los doce basquetbolistas no tenían ninguna discapacidad.
En aquel entonces, las personas con discapacidad intelectual tenían su propio segmento en las Olimpiadas. El Comité Paralímpico Internacional (CPI) establecía un límite de coeficiente intelectual (CI) de 70 para los atletas que quisieran representar a su país en dicha categoría.
Sin embargo, los españoles abusaron de este reglamento y sin pudor, nominaron a personas por encima del CI requerido y a deportistas semiprofesionales. ¿El resultado? Una paliza distinta a cada combinado que enfrentaban, un primer lugar que se intentó colar como toda una gesta y un capítulo entero en el libro de los fraudes deportivos más grandes de todos los años.
El ‘Caballo de Troya’ que destapó la farsa
Pero, ¿cómo se dieron cuenta de este escándalo del deporte? Gracias al periodista español Carlos Rigaborda, quien meses atrás y suspicaz por las prácticas de la federación española, había decidido infiltrarse en el elenco paralímpico.
Tras un mes de la ‘heroica hazaña’, en noviembre del 2000, el comunicador reveló toda la verdad de manera pública, confesando que él sólo era un escritor del Diario Financiero Capital que había sido incluido en la selección durante 1999 sin tener ninguna discapacidad intelectual.
En un reportaje del Huffington Post, el medio de comunicación francés recuerda que Rigaborda detalló que “el único examen al que se sometió fue un control de la presión arterial después de hacer seis flexiones de pecho”.
Incluso, la falta de respeto a los rivales fue más allá y en el mismo artículo, el medio cita al periodista: “En la segunda mitad de nuestro primer partido, anotamos 30 puntos fácilmente. Entonces el entrenador nos dijo, medio riendo y medio serio, que arrastráramos un poco los pies para que no fuese obvio”.
Como anécdota queda lo sucedido dentro de la edición del diario Marca una vez que pusieron en portada a los flamantes ‘héroes’ dorados, siendo reconocidos por los distintos lectores del periódico. Los periodistas de dicho medio relatan que llegaron llamados de personas que aseguraban conocer a los deportistas paralímpicos y sostenían que no tenían ninguna discapacidad.
Una ‘solución’ que amplificó la vergüenza
A raíz de la infiltración de Ribagorda en el seleccionado, tanto el Comité Paralímpico Internacional como el español iniciaron una investigación para dar con los nombres de los implicados en la trampa, más allá de los diez hombres que destrozaron a sus rivales paralímpicos en Sydney 2000.
¿En qué concluyó? Finalmente y luego de trece años de indagaciones, las medallas de oro fueron devueltas y los responsables del fraude tuvieron que declarar ante la justicia, siendo absueltos 18 de los 19 acusados.
Fernando Martín Vicente, presidente de la Federación Española de Deportes para Personas con Discapacidad Intelectual (FEDDI) en aquel entonces, fue condenado a pagar una multa de 5.400 euros por concepto de “fraude y mentiras”, además, debió devolver los más de 140.000 euros pagados por el gobierno español a dichos atletas ‘paralímpicos’. Una sentencia dictada en 2013.
Durante el juicio, el mandamás de FEDDI se defendió argumentando que sólo había explotado un resquicio legal, considerando lo difícil que es detectar una trampa en esta disciplina, ya que “es fácil fingir que tienes poca inteligencia”.
Lo más repudiable es que, junto con la sanción monetaria a Vicente, el CPI le puso la guinda de la torta a este episodio vergonzoso de la historia del deporte y dictaminó que, debido a este escándalo, se eliminaría la participación de atletas con discapacidad intelectual de los Juegos Paralímpicos.
El calvario de Ramón Torres, el campeón al que le robaron el oro
Basquetbolistas paralímpicos, cuerpos técnicos, aficionados, federaciones y países enteros fueron víctimas del fraude español, y uno de los más grandes en la historia del deporte, pero nadie pensó, en ese momento ni cuando estalló la bomba, en otros dos afectados que fueron invisibilizados por completo; los integrantes del equipo que sí tenían discapacidad intelectual.
Es el caso de Ramón Torres, apodado ‘Ray’ y capitán de aquella selección paralímpica de baloncesto, quien inspiró el documental ‘King Ray’ (lanzado en 2018) tras ser uno de los deportistas que no mintieron respecto de su condición y que guardaron silencio por años.
En ese sentido, el director del material audiovisual, Sergio Romero, presentó la obra haciendo hincapié en la otra cara de la moneda, esa que no centra su atención en el grupo de tramposos, sino que en el calvario que vivió el referente de aquel equipo, quien le dedicaba su tiempo y atención a su pasión, el baloncesto.
“Esta historia siempre se ha tratado desde el punto de vista de los jugadores que cometen el engaño, y la idea era mostrar la perspectiva de uno de los dos chicos que más perjudicados salieron”, explicó el documentalista al sitio web El Diario de España.
Pese a que distintos informes respecto del castigo que sufrió la federación y los involucrados dan cuenta de que sólo los impostores tuvieron que devolver la medalla, Romero en su documental confirma que Torres también se quedó sin su oro.
“Nadie piensa en lo que se le tuvo que pasar por la cabeza a Ramón cuando devolvió la medalla. Encima, lo confundían a él con los otros jugadores”, recalcó el director, poniendo énfasis en la sospecha de la madre de ‘Ray’, actualmente fallecida, quien aseguraba, desde un principio, que “lo raro de ellos es que ninguno es raro”.
Pero, lo peor llegaría después, cuando el deportista paralímpico debió enfrentarse a jueces y otros trámites legales que lo hicieron colapsar. Un momento que recuerda en el documental, donde se apunta al desconocimiento jurídico por parte de Torres y lo complejo que es que un joven con discapacidad intelectual de 27-28 años, en ese entonces, deba afrontar juicios.
Tras 18 años de silencio mediático, ‘Ray’ abrió su corazón y expresó: “Es un nudo en el estómago. Era una sensación de enfado. Sentí que todo lo que había hecho no servía para nada. Volví al principio, a cuando estaba en el colegio y me ponían sobrenombres”.
Criterios actuales del Comité Paralímpico Internacional
Luego de 22 años de la relatada vergüenza mundial y para que nunca más vuelve a ocurrir un episodio como éste, a día de hoy y desde el 2000 en adelante, se ha establecido un código de clasificación de atletas paralímpicos y muchas más exigencias.
En este reglamento, además de recalcar que no todas las disciplinas cuentan con las diez discapacidades elegibles, se indica que toda clasificación de un deportista debe contar con “base de una investigación científica” y que dicha evaluación debe ser estudiada por un panel experto, que estará presente en dicha clase deportiva.
“La evaluación del atleta se lleva a cabo antes de las competencias deportivas. En algunos deportes, los atletas pueden, además, ser observados en la competencia. La evaluación es realizada por paneles de clasificación, compuestos por dos o tres clasificadores”, puntualiza el código elaborado en 2015.