Es una de las historias más emblemáticas del fútbol chileno. O eso al menos desde que se conociera en julio de 2016 a través de la radio ‘Frecuencia Cruzada’ por Marco Antonio Cornez, exarquero de Universidad Católica y La Roja, entre otros.
El episodio que cuenta como un joven de tan solo 19 años desafió, en pleno vestuario, la exigencia de la dirigencia ‘cruzada’ de cara al plebiscito de 1988.
Para las autoridades de la UC no quedaba otra: en las urnas había que votar por el “Sí”, aprobar la continuidad del dictador Augusto Pinochet. Y así se lo hicieron saber al plantel en una reunión.
Los jugadores fueron llegando a la cumbre, programada justamente un par de días antes de los sufragios. El escenario fue la oficina principal, recordó Cornez.
No hubo grises. La orden fue clara: había que votar que “Sí” y punto. “Esos eran unos tiempos difíciles, donde no era llegar y hablar. Entonces todos nos quedamos callados”, rememoró el exportero.
Todos, menos uno. Sin temor a posibles consecuencias hubo un jugador que se levantó y avisó tajante que “no, yo no voy a votar por él porque soy del otro bando”. Ese fue el joven Raimundo Tupper, quien llevaba poco tiempo con el plantel de honor precordillerano.
Cornez aún no olvida lo que vino después: “Todos pusimos una cara y fue como ‘uff, qué valiente decirlo así cuando ninguno de nosotros, que éramos los más experimentados nos atrevimos’”, sentenció en la citada entrevista.
“Él no hablaba mucho… pero cuando lo hacía era para cosas importantes. Así recuerdo a Raimundo”, complementó Cortez.
Además, Cornez detalló que su compañero “era aun chico muy callado, muy inteligente. Él fue compañero de pieza mío, pero lo que más me recuerdo de él, aparte de ser un jugador que corría, corría y no se cansaba, era que leía mucho y escuchaba mucha música”.
Es sabido que Tupper terminaría quitándose la vida un 20 de julio de 1995 en Costa Rica. En el marco de una gira del club por Centroamérica su depresión acabó por vencerlo. Se arrojó desde el noveno piso del hotel Centro Colón cuando tenía 26 años.
Pese a su muerte, en San Carlos de Apoquindo su recuerdo sigue vivo. Y no solo por su cruz situada en un cerro aledaño al estadio que visitan constantemente los hinchas, sino que también por el legado dejado con episodios como el nombrado en esta nota.