La rivalidad entre las selecciones de fútbol de Chile y Perú trasciende lo deportivo y refleja un capítulo cargado de tensiones históricas y políticas. El duelo, conocido como el Clásico del Pacífico, cobra vida cada vez que los equipos se enfrentan en el campo de juego.
Esto es lo que volverá a ocurrir la noche del viernes 15 de noviembre, en Lima, en un partido que ya se cataloga “de vida o muerte” para ambos, si quieren mantener intactas sus aspiraciones de ir al próximo mundial.
Aunque ahora con un elemento que enciende aún más esta rivalidad: Ricardo Gareca, el técnico argentino que clasificó al Perú a un mundial después de 30 años y que ahora dirige a Chile. La selección que pierda está prácticamente eliminada, y esto tampoco es un dato menor.
Los expertos no tienen dudas de que esta es una de las rivalidades más grandes a nivel internacional, incluso algunos la ponen por encima, sin temor a equivocarse, de otros enfrentamientos emblemáticos como el Brasil-Argentina o el Escocia-Inglaterra.
Según el enciclopedista y comunicador Antenor Guerra-García, conocido como el historiador del fútbol peruano, es claro que los orígenes de la disputa se remontan a la Guerra del Pacífico, hace casi siglo y medio.
“De hecho, hay una respuesta clara para entender esta rivalidad, que es una guerra de por medio. La llamada Guerra del Pacífico, que arrancó en 1879 y finalizó, más o menos, a mediados de 1884. Eso, de todas maneras, dejó una huella en ambos países”, dijo a BioBioChile.
Para Guerra-García, este hecho bélico está en el “ADN” y “el imaginario” de la gente, razón por la que, cada vez que peruanos y chilenos se enfrentan en un nuevo duelo deportivo, lo ven como una nueva “guerra”, pero trasladada al campo de juego.
El sociólogo peruano y docente universitario Jerjes Loayza coincide en que la rivalidad se sustenta en la guerra que enfrentó a ambos países, pero añade un componente más: la firma del Tratado de Lima, con la que Arica pasó a ser oficialmente parte del territorio chileno.
“La Guerra del Pacífico, por supuesto, generó en nosotros un sentimiento de nación en torno a la derrota… Sin embargo, este enfrentamiento tiene un segundo episodio cuando Perú entrega Arica en 1929, lo que también generó una gran pesadumbre a nivel nacional y que luego se constituyó en un resentimiento entre ambos países”, comenta a BioBioChile.
Loayza, además, señala que al ser el fútbol un deporte que magnifica el enfrentamiento, tanto peruanos como chilenos encontraron en los duelos entre sus selecciones una forma de revivir ese conflicto del pasado y sentir que ahora la disputa ha tomado lugar en las canchas.
“El fútbol es la resignificación de ese enfrentamiento. Se combate esa guerra entre dos países que, si bien acabó hace mucho tiempo, se sigue resignificando en cada enfrentamiento deportivo, porque eso toma lugar justamente ahí, en las canchas, donde no hay evidentemente una disputa con armas, pero en la que sí hay de por medio un balón, el arco del contrario y la sensación de sentirse victoriosos”, sostiene el sociólogo.
La figura del caudillo o profeta
Acerca de Ricardo Gareca, Guerra-García cree que puede haber entre los peruanos “una sed de venganza entre comillas”, pero un tanto oculta. “Porque acá se le quiere hasta ahora, pero también por dentro muchos pensarán: ‘ojalá que le vaya mal en este partido’”, dice.
En la tabla de posiciones, Perú ocupa el penúltimo lugar con 6 puntos y Chile el último con 5 unidades. El que pierda quedará virtualmente eliminado o con posibilidades muy remotas de volver a estar en la máxima fiesta del fútbol.
Jerjes Loayza, en tanto, menciona que para entender el fenómeno que causó Gareca en el Perú, tras su exitoso paso como técnico de la Blanquirroja, se debe entender la “figura del caudillo”.
“La figura del entrenador es la también del caudillo. Del individuo que nos va a sacar de todo lo malo. No se trata solo de que dirige a un equipo, sino también es una persona que va a salvaguardar la salubridad mental de toda una nación, aunque claro, en la medida en que el país le dé un espacio muy importante al fútbol”, aclara.
Para el sociólogo, por todas esas razones positivas en torno a la figura de Gareca, Chile fue en busca de ese “caudillo” o “profeta” para que le resuelva sus problemas. “Al haberse convertido prácticamente en un ‘salvador’ en el Perú, Chile ve eso y lo quiere para su vida, o lo quisieron, mejor dicho, porque no les ha dado los resultados que esperaban”, reflexiona.
Partidos “muy especiales”
Volviendo a la rivalidad, casi todos los expertos coinciden con que el verdadero auge del enfrentamiento se gestó en la década de los setenta y añaden un componente político difícil de obviar: los gobiernos dictatoriales de Juan Velasco y Francisco Morales Bermúdez en Perú, y de Augusto Pinochet en Chile, que utilizaron la cercanía con el centenario de la Guerra del Pacífico, para encender los nacionalismos y desviar la atención de lo que ocurría en sus países.
Otro momento cúspide de intensidad entre Perú y Chile, de acuerdo a registros deportivos de la época, fue para las eliminatorias de 1998, cuando el fervor de las hinchadas comenzó a radicalizarse.
Durante esas eliminatorias del 98, por ejemplo, se vivieron incidentes como la no interpretación del himno peruano en Santiago, lo cual alimentó la animosidad entre ambas aficiones.
Es claro que esta intensidad de la que tanto se habla también se traduce dentro del campo de juego. Miguel Rebosio, exseleccionado peruano, dijo en una entrevista previa a uno de los tantos enfrentamientos Perú-Chile que estos son “muy especiales”. “Puedes jugar con Brasil y Argentina que son los más grandes y te motivas, pero con Chile es especial siempre. Son clásicos”, aseguró.
Por ahora, peruanos y chilenos ya esperan a que el próximo viernes el reloj marque las 22:30 horas (20:30 en Lima, Perú) para volver a verse las caras y revivir esa histórica rivalidad. Ganará el que mejor esté ese día.