Ya son casi 41 años de aquel 18 de septiembre de 1980, día en que la Selección chilena visitó a su par de Argentina y se anotó uno de los goles más lindos en la historia del ‘equipo de todos’.
Ese jueves, en el estadio Ciudad de Mendoza, los 35.000 fanáticos de la Albiceleste, entonces campeona del mundo, llegaron para deleitarse con figuras como el capitán Daniel Passarella o un joven Diego Armando Maradona, pero acabaron aplaudiendo a un par de chilenos.
Al minuto 65, Sandrino Castec Martínez se elevó en el área local tras un rebote del portero Ubaldo Fillol y, con una impecable pirueta, anotó el 2-2 que a la postre sería definitivo.
Antes, en el primer tiempo, José Daniel Valencia y Ramón Ángel Díaz habían puesto en ventaja al combinado trasandino.
Osvaldo ‘Papudo’ Vargas descontó para el equipo dirigido por Luis Santibáñez antes del pitazo final.
La incredulidad de Sandrino Castec
Para Castec, en 1980 jugador de Universidad de Chile, ese gol remeció tanto a la prensa y a los hinchas argentinos que él los miraba incrédulo tras el partido.
“Los argentinos comentaban que si Maradona hubiera hecho mi gol, le hubieran construido un monumento al lado del Obelisco. Todos fueron a ver a Maradona, pero terminaron aplaudiendo a Manuel Rojas”, rememoró el ‘Bombardero’, en entrevista con Redgol.
Castec también recordó su tanto, asegurando que jamás pensó que el balón se colaría en el ángulo derecho del arco defendido por Fillol.
“Recuerdo que fue un saque de portero hacia el lateral izquierdo, donde Wladimir Bigorra mete un pelotazo para Manuel Rojas que dispara a portería”, comentó el ‘Bombardero’.
“Fillol da un rebote, en la cual tuve la fortuna de meterla de lleno. No te digo que quise meterla ahí, pero fue un golazo. Si miras la jugada de atrás puedes ver como Fillol intenta estirarse para alcanzar la pelota”, agregó Castec.
Aquel histórico resultado en el amistoso ante la Albiceleste fue una inyección de confianza para La Roja, que dominó el Grupo 3 de las Clasificatorias para sacar pasajes al Mundial de España 1982.
Lo que ocurrió en tierras hispanas con el equipo dirigido por Luis Santibáñez, es harina de otro costal.