De vez en cuando y por una conversación, una noticia o un reportaje, personajes como los de Sergio Jadue y Nibaldo Jaque vuelven a salir, como se dice en buen chileno, al baile.
Y no es para menos si sus nombres están ligados a hechos que hasta los días de hoy duelen en los fanáticos del fútbol, sobre todo en los hinchas de Deportes Concepción, quienes de seguro jamás olvidarán lo que hicieron en el balompié criollo.
Pero ojo que el juego sucio en el deporte chileno no se debe debe centrar únicamente en estos dos nombres, ya que hubo otro personaje, por la década de los 90, que con su actuar también hundió a un equipo de fútbol.
Hablamos del empresario bonachón y benefactor Feliciano Palma Matus, quien no solo fue el cabecilla principal de la recordada estafa de los palos de escoba, sino que además el protagonista del auge y de la caída de Deportes Lozapenco, el club de sus amores.
La historia dice que un 12 de abril de 1990 fue descubierto el fraude tributario más grande que el Estado de Chile haya sufrido hasta ese momento: Feliciano Palma, líder y dueño de Cerámicas Lozapenco, había defraudado al fisco con más de US$ 46 millones.
Asimismo, dicha historia señala que luego de esto Palma decidió huir hasta Argentina para no ser encontrado, así como que en el año 1992 fue extraditado desde Estados Unidos y condenado a 4 años de presidio por el delito de fraude al fisco, y a siete años por evasión de impuestos.
Pese a esto, muy pocos registros comentan que hasta antes del ocaso, Feliciano Palma era considerado el salvador de Penco. Esto ya que no solo le dio empleo a más de 1.500 personas en su empresa, sino que además porque le proporcionó a los habitantes de dicha localidad una alegría inmensa: Deportes Lozapenco.
Y es que la ‘Sinfonía Azul’, equipo que también se conoció como los ‘loceros’ dentro del fútbol amateur, vivió sus mejores años bajo el mecenazgo de Palma, pasando del cielo al infierno en un abrir y cerrar de ojos.
Días de abundancia
En 1988, el reconocido y respetado empresario penquista, Feliciano Palma Matus, conformó un plantel plagado de estrellas para alcanzar, según sus propias y un tanto descabelladas palabras, la división de honor del fútbol criollo.
Rodolfo Dubó y Mario Soto, ex seleccionados nacionales, además de José Luis Sánchez, Patricio Benhomme, Jorge Pérez, Marcelo Reyes, Luis Marcoleta, Luis ‘Pelé’ Araya, Edgardo Avilés, Danilo Figueroa y Wilson Fre fueron traídos para representar y defender la camiseta de los ‘loceros’.
Para la banca, en tanto, el millonario titular mandó a llamar a Alex Veloso, quien sería el encargado de entregar las instrucciones desde el borde del campo de juego, así como a Luis Santibáñez para cumplir con las funciones de asesoría técnica del equipo de la octava región.
“No hay que guardarse nada”, debe haber pensado por ese entonces Palma, quien luego de tirar todas la ‘carne a la parrilla’ -en lo que a la conformación del plantel se trató-, rápidamente comenzó a ver los frutos de su nueva joyita.
Una brillante campaña en la tercera categoría nacional, donde no solo lograron diez victorias, dos empates y dos derrotas, sino que además 31 goles a favor y solo 13 en contra, los envió directo a disputar la Segunda División del fútbol chileno.
Ya en dicha instancia, la ‘Sinfonía Azul’ comenzó a hacerse tanto un nombre como un espacio dentro del mundo de la ‘pelotita’, llamando la atención de grandes y chicos por hechos que en más de una vez acaecieron más allá del ámbito deportivo.
Alojamientos en los mejores hoteles del país, pasajes all inclusive para que los hinchas viajaran a apoyar a sus jugadores y suculentos bonos por partido ganado, eran parte de los lujos que el empresario penquista puso a disposición de su querido club.
“Él me dijo: José Luis ¿Cuánto quieres ganar?. A lo que yo respondí: Bueno, yo en Unión Española ganaba 100 mil como juvenil. Si usted me diera 200 mil, vengo encantado. Sin mayor problema, él sacó la propuesta de contrato que establecía un sueldo de 300 mil pesos”, reconoció años después el atacante José Luis Sánchez.
Testimonio que se asemeja al de Rodolfo Dubó, quien aseguró que para enfrentar al modesto equipo de Villa Alemana “viajábamos dos días antes a la V Región y alojábamos en el Hotel O’Higgins de Viña del Mar, hasta la noche previa al partido”.
Hasta aquí todo iba bien. Y es que mientras los jugadores mojaban la camiseta cada fin de semana en el torneo criollo, acompañados de los hinchas que repletaban cada uno de los estadios, Feliciano Palma solo sacaba cuentas alegres.
Sin embargo, no hay bonanza que dure cien años, y en 1989 se conoció que tanta maravilla no solo era fruto de la bondad del empresario sureño, sino que además del trabajo ilícito que éste llevaba a cabo fuera de las fronteras chilenas.
La Caída
Hasta el 12 de abril de 1990, Palma y compañía entregaban premios semanales y mensuales a todos los integrantes del equipo, sin distinción alguna, empezando por el utilero y terminando con la figura del conjunto penquista.
Del mismo modo, ese día las portadas de algunos medios locales titularon y centraron sus esfuerzos en la denominada estafa del siglo, comentando y explicando el modus operandi que habría utilizado el empresario para defraudar y amasar una inmensa fortuna.
Así, según informaron medios de la época, en 1987 la empresa Agrícola y Forestal Penco comenzó a exportar a Estados Unidos palos de escoba a precios irrisorios. Esto puesto que mientras la competencia cobraba veinte centavos por cada uno, Palma Matus pedía cincuenta centavos de dólar por el mismo producto.
La inflación de los precios permitía que el patrón sureño obtuviera la restitución íntegra del Impuesto al Valor Agregado (IVA) de dichos montos falsos, aumentado con ello su patrimonio y dándole al conjunto de sus amores una vida de ensueño.
La idea era fabulosa y había pasado desapercibida hasta que Aduanas de Chile le consultó a su par norteamericano los precios reales de estos artículos, siendo dicha respuesta el punto que dejó en evidencia el engaño del chileno.
Tras esto se procedió a la búsqueda del estafador del momento, quien luego de un breve paso por Argentina, donde estuvo refugiado y escondido por algunos meses, fue detenido por agentes del FBI un 31 de julio de 1991.
Su captura hizo que la justicia chilena lo sentenciara a 11 años de cárcel efectiva, en 1994, por los delitos de fraude al fisco y evasión de impuestos, pero la recordada “Ley de Jubileo” lo benefició y en el año 2001 éste salió en libertad.
Eso sí, años más tarde Feliciano Palma volvería a estar tras las rejas; en 2003 por intentar cobrar un cheque falso, mientras que en 2013 por la deuda de $30 millones impuesta a raíz de los delitos tributarios que cometió.
El show debe continuar
Pese a que la noticia golpeó fuerte en la histórica localidad de la octava región, Deportes Lozapenco no decayó y logró mantener la categoría. Jugó y ganó varios partidos que están grabados a fuego en la retina de sus hinchas, hasta que los problemas, sobre todo de índole económico, no tardaron en llegar hasta la banca de los loceros.
Así, y ya para 1991, el ocaso definitivo golpeó la puerta. Y es que pese a que remaron contra la corriente en el certamen chileno, así como en la Copa Chile, la billetera no dio para más y el regreso a la Tercera División fue solo el inicio del fin.
Allí se mantuvieron hasta que en 1994 la nueva empresa FANALOZA optó por cortar definitivamente al equipo de fútbol, cerrando de esta manera otro de los capítulos más dulces, y a su vez más tristes, que se recuerde dentro el fútbol chileno.
En la actualidad, Deportes Lozapenco solo vive en fotografías, vídeos y en alguno que otro recuerdo de sus ya ancianos hinchas, puesto que ni siquiera el recinto que hizo de su casa deportiva existe.