A pie descalzo por las calles del barrio milanés de Porta Vittoria corría un pequeño dominando un balón de un lado a otro. Ningún vecino del lugar quedaba indiferente, pues la habilidad del ‘Peppino’ como solía ser conocido, era en verdad sobresaliente.
Peinado siempre rigurosamente hacia atrás, el joven Giuseppe Meazza crecía y con el también lo hacía su talento con la redonda, ese del cual su madre no era partidaria, pues le ocultaba su limitada indumentaria con la que salía a jugar por las calles de Milán en Italia.
Con 13 años Meazza era ya un acérrimo ‘Tifosi’ del AC Milan, la escuadra en la que siempre soñó jugar pero en la que no llegaría a debutar como profesional.
Su delgada figura y cierta desconfianza del cuerpo técnico de las inferiores lo alejaron cuando fue a las pruebas, terminando por recalar en el clásico rival ‘Rossonero’, el Internazionale.
Allí no fue recibido precisamente como un diamante en bruto, pues pese a su habilidad para regatear, sus primeros puestos de la cancha fueron en la defensa.
No obstante su inclinación deportiva estaba más adelante, el joven que ya tenía 15 lograba forzar la decisión de su estratega y muy pronto sería ubicado en un puesto que traería grandes resultados para el fútbol italiano. Cuando aún no lograba dar su primer beso, Giuseppe fue ascendido al primer equipo en el que se estrenó oficialmente a la edad de 17 años.
De ahí en en más su talento lograría el resto. Gambetas, goles y títulos, todo fue llegando siempre bajo el sello de un juego elegante, ese que le alzó a nivel mundial y le dio reconocimiento en las distintas esferas de la sociedad de su país, en donde fue tres veces máximo goleador de la primera liga en los años 30, conquistó dos campeonatos locales, además de una copa italiana jugando por Inter.
También vendrían los grandes episodios con su selección, logrando títulos internacionales en 1930 y 1935, pero de seguro atesorando con mayor afecto las copas del mundo ganadas en Italia y Francia en 1934 y 1938 respectivamente.
En su aventura con ‘La Nazionale’ estuvo el apogeo de su carrera, allí salió a relucir un estilo de vida más extrovertido que rozó los límites, llegando a ser muy afamado por su pasión con las mujeres.
Giuseppe era genio y figura, tenía reconocimiento y una fama de goleador oportuno, fresco y eficaz, con la que era capaz de eludir al arquero en plena área menor si así lo estimaba necesario para el espectáculo o el resultado.
En una de sus últimas temporadas, cerca del año 1940, ‘Il Peppino’ sufrió una compleja lesión. Ya no estaba para comandar grandes planteles y se perdió toda la competencia de aquella época.
Sin embargo dicho malestar le ayudaría a concretar uno de sus más grandes anhelos de infancia, ya que a finales de ese mismo año logró ser traspasado al equipo del cual fue hincha, el AC Milan, en donde comenzó a jugar un poco más retrasado.
Giuseppe también tuvo posteriores pasos por la Juventus, el Varese y Atalanta, pero finalizó su carrera con los ‘Nerazzurri’ en 1947, pues el primer amor que abre las puertas nunca se olvida.
El estadio que lleva su nombre
Esta jornada en Italia se juega un nuevo clásico de Milán y el recinto que albergará dicho encuentro figura entre los escenarios más importantes de Europa.
El ‘Derby della Madonnina’, como se le llama por la virgen ubicada en la catedral de la ciudad, podría tener como protagonistas a dos chilenos; Medel y Fernández, quienes defienden los colores de Inter y Milan respectivamente.
El local será el equipo del ‘Mati’ pese a que en el mismo coliseo también oficia de anfitrión el ‘Pitbull’ y compañía. Este domingo sin embargo, la supremacía será para los ‘Rossoneri’ quienes se niegan a llamar al estadio con el nombre de la primera superestrella del fútbol italiano, Giuseppe Meazza.
Para los ‘Tifosi’ de la escuadra que actualmente dirige Montella el coloso siempre será llamado San Siro, nombre del distrito donde se emplazó el campo deportivo que desde 1980 fue rebautizado oficialmente con el del ex jugador fallecido un año antes, quien supo lucir la camiseta de ambas escuadras.
La decisión fue tomada de común acuerdo entre ambos clubes, aunque hasta el día de hoy se remarca la diferencia al momento de hacer de local. Giuseppe Meazza cuando juega Inter, San Siro para AC Milan.
Los dos gigantes europeos comparten estadio, en el que por cierto han escrito memorables jornadas en el plano local e internacional, y pese a ello jamás colaborarán en el mismo lado de la cancha, en donde Gary y Matías inevitablemente deberán dejar de lado su comunión si llegan a toparse en el mítico Giusepe Meazza.