La imagen de un iracundo Sebastián Pol encaramado con la prestancia de un acróbata en la reja que separa la tribuna de San Carlos de Apoquindo del campo de juego, para posteriormente patear a un hincha de la Universidad Católica trajo a la memoria el episodio protagonizado por el mítico Éric Cantona hace 21 años.
“The King” era la figura de un Manchester United que, de la mano de Sir Alex Ferguson, comenzaba a construir un imperio. La fría noche del 25 de enero de 1995, los “diablos rojos” visitaron al Crystal Palace en Selhurst Park. Fue un partido bravo. En una disputa por el balón, Cantona agredió al defensor Richard Shaw. El referí no dudó en mostrarle la cartulina roja.
Tras la expulsión, el crack enfiló rumbo a camarines. Una marcha marcada por el resonante abucheo de todo el estadio. Pero Matthew Simmons, hincha del Palace, necesitaba algo más. Bajó once escalones para insultar a Cantona en su cara. “Vete a tu país, francés de mierda”, le habría dicho el joven que por entonces tenía 20 años.
A Cantona se le ‘soltó la cadena’. Frunció el ceño, la ira lo invadió y lanzó una patada de karateca que impactó al hombre que lo insultaba. Simmons respondió con golpes de puño que el delantero devolvió. La imagen enmudeció al estadio y se convirtió en un símbolo de un tipo genial dentro de la cancha, pero bastante polémico fuera de ella.
Cantona pagó caro por su impetuosa reacción. Nueve meses sin jugar y 120 horas de trabajo comunitario. El United también pagó no contar con su mejor jugador. Terminó segundo en liga y perdió la final de la FA Cup. “Si Cantona se equivocó tuvo sus razones; fue insultado de forma intolerable y reaccionó instintivamente”, lo defendió Sir Alex Ferguson.
Simmons, en tanto, hasta el día de hoy se considera una víctima. “Pateándome, Cantona mostró una completa falta de profesionalismo y auto disciplina”, dijo hace algunos años. Varios miembros de su familia dejaron de hablarle luego del incidente y perdió su trabajo. Le cobró a The Sun por una polémica entrevista en la que contaba “su verdad”.
Sin embargo, los tabloides británicos no tardaron en descubrir el turbio pasado del hincha que ya era toda una figura pública en Gran Bretaña. Fue acusado de racista por participar en manifestaciones del Partido Nacional Británico y del Frente Nacional, ambos de extrema derecha. Se descubrió que en 1992 fue condenado por intento de robo con violencia en una gasolinera de Croydon. En el lugar atacó al dependiente Lewis Rajanayagam, nacido en Sri Lanka, con una llave inglesa. “Estaba absolutamente aterrorizado”, confesó Rajanayagam, quien señaló que solo atinó a cubrirse su cabeza. “Pensé que iba a matarme. Simmons fue a por mi cabeza. Si me hubiese golpeado allí, probablemente me habría roto el cráneo”, agregó.
Tras más de una década en el anonimato, Simmons volvió a saltar a la palestra en el 2011 cuando se abrió un juicio en su contra. Cinco años atrás había atacado a Stuart Cooper, entrenador en las inferiores del Fulham, luego de que dejara a su hijo fuera de un partido. “Le pegó al menos diez puñetazos en la cara”, narró un testigo en el juicio.
No fue la única vez que Simmons agredió a Cooper. En 2010 ambos coincidieron en un estadio. El famoso hombre de la patada se acercó al entrenador para insultarlo, escupirlo y darle puñetazos. A Cooper lo tuvieron que socorrer para evitar un desenlace peor.
Tal como en el caso de Cantona, Simmons rechazó ser el victimario y justificó su actuar por la agresiva mirada de Cooper. “Éste me miró de una manera tan amenazadora que parecía que me iba a atacar”, dijo en su defensa. Su credibilidad quedó por los suelos.
Ya en conocimiento de todos estos antecedentes, le preguntaron al jugador galo si se arrepentía de lo que había hecho. “De lo único que me arrepiento es de no haberlo golpeado más fuerte”, afirmó con seguridad.