Este miércoles, el Real Madrid hizo la épica a su decimoctava final de la UEFA Champions League de su historia, la sexta en la última década, después de eliminar agónicamente en las semifinales al Bayern Múnich.
Los alemanes tuvieron el billete para la final de Wembley del próximo 1 de junio en su mano, adelantándose cuando solo quedaban 20 minutos para el final.
En la primera mitad, el plan del Bayern Múnich cambió rozando la media hora de partido por la lesión de Gnabry, al que sustituyó Davies para doblar el lateral izquierdo. E inmediatamente, Kane despertó del letargo.
El canadiense, el más activo en la segunda parte en el conjunto alemán, se aprovechó de un Real Madrid muy contemplativo para fulminar al meta ucraniano con un disparo cruzado con la derecha, a falta de 20 minutos.
Ancelotti no perdió más tiempo e introdujo en el campo a Modric y Camavinga, intentando agitar el ritmo y el ánimo. Y lo consiguió. El premio del 14 veces campeón de Europa llegó rozando el 90, con el primero de los dos tantos que convirtió Joselu, quien remato la faena en el descuento tras un error garrafal de Neuer, quien hasta entonces se consolidaba como una muralla.
En este territorio, como de costumbre en la Champions, el 14 veces campeón de Europa recurrió a la mística. El propio Joselu, dos minutos después, confirmó que estaba inspirado y, en una jugada con varios rebotes, remató un pase ‘de la muerte’ de Rüdiger -cuya posición era justa pero el VAR lo confirmó- para poner un agónico 2-1 y la victoria merengue.
Tras la incertidumbre con el videoarbitraje, el Bernabéu y los jugadores madridistas explotaron de júbilo. Lo habían vuelto a hacer, para sacar su billete a Wembley.
El conjunto dirigido por Carlo Ancelotti buscará la ‘Decimoquinta’ en el mítico estadio inglés, donde espera seguir con su idilio con la máxima competición continental donde nadie ha sido capaz de derrotarle en sus últimas ocho finales, todas las que ha jugado desde 1998.