Después de 78 minutos de competitividad, el 1-0 de Arnautovic para el Inter y complicó al Atlético de Madrid, aferrado al Metropolitano para dar la vuelta la eliminatoria.
Hasta entonces, soportó el duelo de ida en San Siro, aunque ya instantes antes se percibía más agobio, más sufrimiento. Incluso después, cuando Lino soltó un amenazante disparo o Morata apuntó al 1-1 en un cabezazo que no alcanzó del todo, cuando Griezmann ya había sido cambiado por lesión, se sintió con fuerzas para creer en el empate.
Atlético padeció unas cuantas veces a Lautaro Martínez, un torbellino goleador en esta campaña. Su primer tiro rebotó en el central belga e impactó en la mano de Nahuel Molina. Nada sancionable para el árbitro ni para el VAR.
El segundo fue una volea que se fue lejísimos del marco de Jan Oblak. La tercera, un cabezazo atrapado por Oblak. El cuarto lo salvó Giménez, cuando el Atlético concedió en un instante más que en cada uno de los 36 minutos previos.
Hasta entonces, el plan de Simeone aplacó al Inter. Y viceversa. En un ritmo de tremenda intensidad, en un laberinto para el poseedor del balón, sin espacio, sin tiempo, sin pausa, sin margen, la combinación estaba sólo a la altura de los más rápidos y precisos.
Realmente, el Atlético sufrió en el primer tiempo cuando falló en su salida. Cada entrega al contrario en esa destreza fue una invitación al vértigo de Lautaro y Thuram, al que sus potentes músculos lo frenaron al borde del descanso.
El segundo tiempo desafío más al Atlético. Aún imponente Witsel, providencial otra vez frente a Lautaro, el equipo rojiblanco se percibió más vulnerable.
Un remate alto de Arnautovic, el recambio de Thuram; un córner que fue un embrollo; una secuencia de centros que sobrevolaron su área hasta los despejes, otra vez, de Witsel… Señales de alerta.
No atravesó entonces el Atlético, ya sin Giménez -lesionado-, su medio campo, sometido más que en cualquier momento de todo el tramo anterior, estresado y resistente.
Los movimientos de Simeone
Simeone movió ficha: Morata, recuperado en nueve días del esguince de rodilla que sufrió en Sevilla, al terreno de juego por Saúl. Para lograr estirar al equipo más allá de su territorio, como referencia y descarga, con un impacto inmediato, pero fugaz.
Una salida de balón en torno al goleador español cruzó por primera vez la línea del medio campo en la segunda parte. Lino corrió, regateó, conectó con De Paul y se aturulló cuando debió elegir entre el tiro y el pase.
Su remate fue irrelevante, fuera de la portería, cuando la ocasión invitaba a pensar incluso en el gol. No lo fue, pero sí sirvió más allá del marcador.
Para romper la inercia, inquietar al Inter, agitar el choque y recomponer la convicción visitante, puesta en duda de nuevo cuando Arnautovic falló una ocasión más que de gol, con un remate con la derecha demasiado alto; un anticipo de lo que se le venía encima al Atlético, al que le tocó aguantar.
El error fatal posterior, una falta de entendimiento entre De Paul y Reinildo en un balón que era de cualquiera de los dos, pero no fue de ninguno en el medio campo, habilitó la carrera del delantero argentino.
Su tiro lo repelió como pudo Oblak. El rechace lo ejecutó Arnautovic en el 1-0. Justo antes, Griezmann había sido cambiado por lesión, haciendo más difícil la vuelta en España.