Casi sin querer, por inercia, el Aston Villa, el equipo de moda en Europa, vencía por 0-2 antes de la media hora de su visita a Old Trafford, sin merecerlo el Manchester United, víctima de una increíble autodestrucción en su área, pero mejor sobre el campo, como demostró después para imponerse por todo a su rival (3-2) en una remontada épica.
Primero, con los dos goles de Alejandro Garnacho, autor del 1-2 y del 2-2 entre los minutos 58 y 71, niveló el duelo entre la apoteosis de su hinchada, que estalló definitivamente cuando Hojlund remató el 3-2 en el 82. La victoria, el retorno, la resurrección, del United. Un alivio para Ten Hag. Nunca mereció perder el United. Sí mereció ganar.
El espejismo del Aston Villa de Emery se diluyó en el segundo tiempo. Un frenazo, justo cuando se mueve juntos a los mejores, a tres puntos tan solo del liderato del Liverpool; con una sola derrota en las últimas 14 jornadas hasta que fue devorado en Old Traffford; capaz de vencer al City y al Arsenal o de plantearse metas que ni siquiera imaginaba en verano, por más que su partido de este martes terminara en nada. Su derrota fue el reflejo de su inferioridad.
Los goles del Aston Villa
El 0-2 inicial era un engaño. No le salió nada entonces al United. Ni siquiera su puesta en escena, mejor que su rival, bien en la presión, fiable en su defensa, se libró de cualquier accidente: el primer remate del Aston Villa, que ni siquiera fue eso, se transformó en el 0-1 en el minuto 22. Fue simplemente un centro de falta de McGinn que superó a todos.
La rosca desde la banda derecha del ataque, cerrada, ni la despejó nadie, ni la remató nadie ni, sobre todo, la paró Onana. Quizá no era una situación fácil para el portero, pero sí queda la sensación de una respuesta tardía. O fallida. Igual que todos y cada uno de los defensores, incapaces de despejar un simple centro al área en un partido tan indispensable para ellos.
Bruno Fernandes protestó al árbitro. En el inicio de la jugada, otra cuestión de la estrategia de Unai Emery, Leon Bailey se situó detrás del guardameta, como un estorbo ‘mental’, en fuera de juego. Pero salió de ahí en cuanto McGinn golpeó el balón. No intervino para nada. Revisado en el VAR, el gol finalmente subió en el marcador como un mazazo para el United.
No hay otra explicación tal y como se cayó entonces el conjunto de Ten Hag, dentro de la deriva autodestructiva que atraviesa el equipo de Old Trafford en los últimos tiempos. En el minuto 26 recibió el 0-2. No lo merecía el Aston Villa. Ni tampoco el United. Pero el fútbol de elite no admite tanta condescendencia como tienen los ‘Diablos Rojos’ a balón parado.
El remate tan plácido de Clement Lenglet, sin ningún adversario en dos metros a la redonda, lo pone en evidencia con una visibilidad impropia de este nivel. El central francés la puso al centro del área pequeña, donde Dendocker remachó, también demasiado solo para el lugar donde estaba para marcar el 0-2. No hay responsabilidad de Onana, sino de su defensa.
No sólo era excesivo el 0-2, sino también el 0-1. Demasiado castigo para el United, que fue el que más propuso antes y después para ganar el encuentro. Había manejado el ritmo. No lo había hecho con los detalles. Ni los errores. Y había dispuesto de más ocasiones antes y después, sin perderle la cara al partido, pese a dos golpetazos tan severos. Se levantó.
Unos centímetros, por el fuera de juego de Garnacho, privó al United del 1-2 en el inicio de la segunda parte. Una gran acción colectiva del conjunto local, a la que le sobró el ansia del extremo argentino por recibir el balón de Rashford, encarar a Martínez y batirlo. No valió. Otro palo más para los ‘Diablos Rojos’, que jamás decayeron en su insistencia ofensiva.
Porque el United tiene a Bruno Fernandes, por ejemplo. Un fenomenal futbolista. Y porque en su equipo tiene un nivel mucho mayor en la apariencia, por nombres, que en la realidad actual que lo oprimía y lo relegaba a la nada en esta temporada. El portugués probó desde el borde del área. La atrapó Martínez, trepidante antes para adelantarse a Rashford.
Bruno, el mejor de la reacción, presionó después para promover ya sí el 1-2, con un pase a Rashford, que, a su vez, asistió a Garnacho. Era el minuto 58. Old Trafford vibraba. Aún tuvo el argentino el 2-2, cuando Hojlund le gritaba el pase, no el remate. En el 70, lo arregló, cuando recogió un rechace y remató con la derecha, con el alma, el empate en el marcador.
Cierto que Evans salvó instantes después el 2-3, con un pie izquierdo milagroso, tanto como que el juego, las ocasiones o la ambición, con 0-0, con 0-1, con 0-2, con 1-2 y con 2-2, pertenecían mucho más al United, que logró la recompensa: en el minuto 82, Hojlund conectó el gol ganador para anunciar el resurgimiento del United. Falta la confirmación.