Las historias que mezclan el fútbol y la guerra abundan. Un deporte que, en algunas ocasiones debido a su popularidad, ha servido como intermediario (oficial o no) en distintos conflictos bélicos a lo largo de la historia -como el conocido caso de Didier Drogba en Costa de Marfil, frenando un enfrentamiento civil en 2002-. En Sudamérica, se encuentra la figura del húngaro Imre ‘Emérico’ Hirschl, quien ‘luchó’ contra el nazismo desde Argentina, encargándose de la entrada de cientos de judíos con este deporte como principal arma.
Nacido el 11 de junio de 1900, Hirschl creció en Budapest y se consolidó como carnicero en sus primeros años laborales, aunque su máxima fama la alcanzó como director técnico de clubes de la talla de Gimnasia y Esgrima de La Plata, River Plate y Peñarol. De Europa a América del Sur. De embaucador a genio. De cortar carnes a levantar títulos. De entrenador a héroe judío. La hazaña de Imre.
Primera Guerra Mundial y huida a Sudamérica
Según datos históricos proporcionados por medios argentinos como La Nación -apoyado con reportajes y fichas técnicas de la época-, la llegada de Hirschl a suelo sudamericano se concretó en 1928, luego de participar en la Primera Guerra Mundial, con el objetivo de sanar heridas en cuanto a lo psicológico y de paso, ayudar a su familia económicamente.
De origen judío, el histórico entrenador pudo haber sufrido el espanto de aquellos años en países como Hungría, siendo reclutado para realizar trabajos pesados o, derechamente, perseguido. Sin embargo, optó por una épica huida a través del fútbol.
Además de trabajar en una carnicería, Hirschl dedicaba parte de su vida a ser jugador del Ferencvárosi Torna Club, equipo que le permitió concretar su escapada. Todo comenzó con una gira por Estados Unidos, donde el Hakoah All-Stars de New York se interesó por el húngaro y adquirió sus derechos como futbolista. Imre no lo dudó en ningún segundo.
Ya en Estados Unidos, y con la llegada de un sinfín de noticias poco alentadoras desde Europa, Hirschl aprovechó un viaje de su club a Brasil y se la arregló para quedarse en Sao Paulo, donde realizó sus primeras armas como parte del cuerpo técnico, haciendo de preparador físico y posteriormente de ayudante técnico.
“Sabía mucho sobre el cuerpo humano y los viajes con los equipos eran distintos en esa época. Una vez tuvo que coserle la cabeza a un jugador en el medio de un trayecto”, reveló su hija, Gabriela, en una entrevista con el citado medio.
El gestor del ‘Expreso de La Plata’
Tras llegar a dirigir al Palestra Italia (actualmente Palmeiras), Hirschl emprendió rumbo a Argentina en 1932, para firmar como entrenador del primer equipo de Gimnasia y Esgrima de La Plata, convirtiéndose en el primera DT extranjero del fútbol trasandino y donde pasaría de Imre a Emérico.
Sus ideas europeas y tácticas vanguardistas llamaron la atención de la directiva del ‘Lobo’ en aquellos años, y lejos estaban de estar equivocados. Con el elenco bonaerense, el estratega húngaro cosechó grandes resultados a nivel local y se ganó el cariño de la afición que, a día de hoy, lo siguen recordando como uno de los estandartes del club.
Pese a no levantar ningún título en Gimnasia, Emérico se encuentra en la historia de la institución luego de armar un plantel que es considerado el mejor de la historia del ‘Lobo’; el ‘Expreso de 1933’, incluso más que el que salió campeón de la Primera División en 1929.
Un logro también valorado en aquel año al ser considerado uno de los entrenadores más prometedores del fútbol sudamericano.
El ‘Muñeco’ Gallardo de los años 30
Luego de tres años magníficos en Gimnasia y Esgrima de La Plata, River Plate confirma su contratación en 1935. Sus tácticas dejaron una huella y un legado imborrable que aún vive entre los fanáticos ‘millonarios’; cuatro títulos locales y dos internacionales en menos de tres temporadas.
Además de su disruptivo y vistoso estilo de juego, Emérico se atreve a hacer debutar a leyendas del club como lo son Adolfo Pedernera y José Manuel Moreno.
El impacto en River Plate le permite vestir el uniforme de director técnico de la Selección Argentina para la Copa del Mundo de 1938, aunque sin poder debutar tras la decisión de la ‘Albiceleste’ de no participar en dicha cita.
Hirschl es el sexto entrenador más ganador en la historia del ‘Millonario’, por detrás de Renato Cesarini (6), Ángel Labruna (6), José María Minella (9), Ramón Díaz (9) y Marcelo Gallardo (13).
El fútbol, la principal arma del héroe de los judíos
A fines de los ’30, Emérico era una eminencia en el fútbol argentino y utilizó su influencia para comenzar a realizar sus primeras labores humanitarias. Su frustrada experiencia como seleccionador nacional le sirvió como motivación para aventurarse en nuevo desafío lejos del fútbol, que era encontrar la manera de salvar a la mayor cantidad de judíos del Holocausto.
En 1939, cuando arrancó la Segunda Guerra Mundial, en Argentina ya se había dictado una orden que negaba las visas a las personas de origen judío que huían de Europa. Un decreto que contradecía el firmado en la llamada Conferencia de Evian, donde distintos representantes trasandinos tomaban posición ante las políticas discriminatorias del Tercer Reich.
Y en esta parte de la historia es donde entra la épica de Imre ‘Emérico’ Hirschl. Junto con las organizaciones judías en Sudamérica, el DT tenía acceso a la información precisa de los barcos que trasladaban a judíos de manera ilegal, quienes escapaban del nazismo. En un actividad secreta fuera de la ley, la imponente figura del húngaro de casi dos metros se presentaba en las oficinas de migración y a los empleados portuarios les daba en el talón de Aquiles de todo argentino; el fútbol.
El entrenador utilizaba su reputación para desviar la atención y escabullirse en las oficinas de las autoridades de aduanas, con el objetivo de conseguir las bitácoras de dichos barcos para identificar a los judíos y hacerlos descender antes, en una operación llevada a cabo minuciosamente.
Y mientras todo el personal de migraciones se le acercaba para pedirle una firma o conversar de fútbol, los judíos que tenían prohibida la entrada al país iban pasando por atrás, sin que los empleados se diera cuenta. Así mismo fue como conoció a su esposa judía, Heddy Steimber, de quien se enamoró perdidamente a primera vista, teniendo dos hijos con ella posteriormente.
De esta manera y antes de continuar su carrera como entrenador en clubes como Rosario Central, San Lorenzo y Cruzeiro, Emérico logró darle asilo a cientos de judíos que huían del Holocausto, dejando un legado más allá del fútbol.
Cabe consignar que, una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial, el húngaro abandonó Argentina para hacer carrera en Brasil y Perú antes de llegar al Peñarol de Uruguay, donde también hizo historia al igual que en River Plate, logrando dos títulos con un plantel que, a la postre, sería la base de la ‘Celeste’ campeona del mundo en 1950, en el recordado ‘Maracanazo’.
El 23 de septiembre de 1973, el laureado entrenador falleció a los 73 años de una insuficiente cardíaca.
“Salvar a mis hermanos judíos de ser enviados de regreso hacia los campos de exterminio, fue para mí la mejor Mitzvá que pude hacer en mi vida”, Imre ‘Emérico’ Hirschl, el DT que se convirtió en héroe judío.