En la pretemporada del campeonato 1995-1996 de la NBA, los Chicago Bulls vivirían un episodio que marcó un antes y un después en el equipo de la ‘ciudad del viento’ que terminaría siendo histórico.
Michael Jordan había regresado de su retiro de un año y medio luego del asesinato de su padre y su incursión en el béisbol, y estaba listo para volver a saltar al parqué.
Sin embargo, a pocos días de su regreso a los Bulls, ‘His Airness’ protagonizaría un altercado con un compañero que estremeció a todos en el elenco de Chicago.
Phil Jackson, entonces técnico del equipo, recordó ese episodio en su libro “Once anillos” y también puede apreciarse en el documental “The Last Dance”.
“Una mañana de principios de marzo, Michael se presentó en mi despacho del Berto Center. Llegó tras rechazar la oferta de los White Sox de convertirse en reemplazante durante la huelga de jugadores antes de la temporada de la liga profesional de béisbol”, comenzó recordando Jackson.
“Michael comentó que estaba pensando en regresar al básquet y me preguntó si al día siguiente podía presentarse en el entrenamiento y trabajar con el equipo. ‘Bueno, creo que tenemos algún uniforme que probablemente te cabrá’, le repliqué”, añadió el técnico.
No pasó ni un día y se desencadenó un circo mediático que Jackson nunca antes había visto. Una masa de reporteros llegaba a los entrenamientos de los Bulls deseando saber cuándo ‘Mike’ volvería a jugar en la NBA. “Superman había regresado”, sostenía entonces el DT.
“I’m back”
Y el día llegó. Michael y su representante acordaron que volvería a jugar y dieron a conocer el comunicado de prensa más escueto y decidor en la historia de la NBA: “I’m back” (he vuelto).
Una semana después del retorno de ‘MJ’ ante los Pacers, Jackson aún no superaba la locura que había vivido en su visita a Indiana. “Fue un acontecimiento mundial, era algo que jamás había visto en una temporada regular”, relata el técnico en su libro, enfatizando en que esa presión también afectaba a Jordan.
“Tenía que dar una rueda de prensa telefónica cuyo horario coincidía con nuestro entrenamiento matinal. La llamada solo duraba quince minutos pero, antes de que terminase, Johnny Ligmanowski, gerente del equipo, llamó a la puerta y me dijo: ‘Será mejor que vengas. Michael acaba de darle un puñetazo a Steve Kerr y se ha ido al vestuario porque está decidido a abandonar el entrenamiento"”, indicó Phil.
“Por lo visto, Kerr y Jordan se habían enfrascado en una refriega que fue subiendo de tono hasta que Michael golpeó a Steve en la cara y le dejó un ojo morado”, añadió el DT a su relato.
Jackson si dirigió al vestuario y encontró a ‘MJ’ a punto de entrar a la ducha. “Tengo que irme”, le contestó la leyenda de los Bulls, a lo que el técnico respondió “será mejor que llames a Steve y lo aclares antes de mañana”.
“Para Michael fue un aviso importante. Acababa de pelearse por una tontería con el integrante más bajo del equipo y creo que eso le afectó bastante”, señaló el entrenador.
“Cuando regresó a los Bulls tras un año y medio en las ligas menores de béisbol, Michael apenas conocía a los jugadores y se sintió totalmente fuera de sincronía en el equipo”, complementó Jackson.
“Me comportaba como un idiota”
Michael se fue, pero a las horas tomó su teléfono y marcó el número que le había Phil para hablar con Kerr, actual entrenador de Golden State Warriors.
“Steve, lo siento mucho. Me he dejado llevar por el momento. Quiero volver a ser el que era antes. Esto no tendría que haber pasado jamás, y te pido disculpas”, fue el mensaje que ‘Mike’ dejó en la grabadora de su compañero.
“Esa situación me obligó a mirarme a mí mismo y me dije que me estaba comportando como un idiota”, reconoció Jordan años después.
“Sabía que tenía que ser más respetuoso con mis compañeros. Y también con lo que me ocurría en el intento de regresar al equipo. Tenía que mirar más hacia dentro”, añadió ‘His Airness’.
Jackson, por su parte, sabía que a Michael le resultaba difícil desarrollar relaciones estrechas con sus compañeros de equipo. Aquella temporada compartió mucho con George Mumford, quien contaba que Jordan “estaba encerrado en su propia habitación”.
“Michael no podía salir públicamente con sus compañeros y divertirse, como hacía Scottie Pippen. Gran parte de los nuevos jugadores le tenían un respeto pavoroso, hecho que también generó una distancia difícil de salvar”, complementó Jackson en su libro.
“Solo después que peleó con Steve Kerr se dio cuenta de que necesitaba conocer mejor a sus compañeros. Tenía que entender qué los hacía vibrar con el propósito de colaborar más estrechamente con ellos. Ese despertar contribuyó a que Michael se desplegara como líder compasivo y, en última instancia, sirvió para convertir el equipo en uno de los mejores de todos los tiempos”, sentenció el técnico.
72 victorias y 10 derrotas en la temporada, además de recuperar el cetro de la NBA, reflejaron que ese golpe de puño cambió la historia de esos, en principio, aproblemados Bulls.