“Luka Doncic es muy especial y va a ser el mejor europeo de la historia”, dijo con autoridad el base español de los Utah Jazz, Ricky Rubio, poniendo al jugador de 19 años a la altura de leyendas como Drazen Petrovic y Arvydas Sabonis.
“No juega como un novato”, expresó Lauri Markkanen de los Chicago Bulls. “Tiene cosas que no son de un chico de 19 años. Su límite es el cielo”, afirmó el alemán Dirk Nowitzki, su compañero en los Dallas Mavericks y tótem de los texanos, recordando que él no tenía ese desparpajo cuando llegó a Estados Unidos. Con toda esa presión a cuestas, Luka hace como que no se lo toma en serio, con su sonrisa bobalicona y su perfecto jopo rubio. Bajo esa candidez adolescente se esconde un espíritu devorador.
“Casi ni sabía pronunciar mi nombre y ya botaba el balón. Ahora mi nombre está impreso en una camiseta de la NBA”, declaró el jugador a mitad de año. Doncic comenzó a pavimentar su sueño en España.
Desembarcó hace seis años en la capital hispana proveniente de Eslovania, arropado por el sueño de ser profesional al igual que su padre. El poderoso Real Madrid, tras varias actuaciones surrealistas en torneos juveniles, le había echado el ojo y se lo llevó a su cantera para esculpirlo. Allí quemó etapas a paso rampante.
El 2015, con solo 16 años, ya estaba listo para debutar en la brava ACB. Lo hizo contra el Málaga y en la primera pelota que tocó clavó un triple de esquina. Siguió mejorando, danzando sobre el parqué con la gracia de los elegidos, rompiendo récords, atiborrándose de títulos.
Su última temporada fue de escándalo. Arrancó guiando a Eslovenia, una escuadra de pocos quilates, a la cima de Europa, barriendo con España en semis y con Serbia en la final. A su regreso a Madrid se encontró con un desafío mayor. Sergio Llull, estrella del equipo, se había lastimado la rodilla y a él tocaba cargar con el equipo en la espalda. Demasiada presión para un adolescente. Pero él respondió con la prestancia de un veterano. Ganó la Euroliga, fue escogido el MVP del torneo y remató ganando la ACB. Un día después, estaba en el sorteo del draft.
“Todavía puede jugar mejor, pero no he visto a nadie con 18 años hacer lo que ha hecho él”, decía su entrenador Pablo Laso por ese entonces.
En Estados Unidos miran con arrogancia a Europa. Para ellos el juego de allá está al nivel de High School. El mítico y lenguaraz Charles Barkley cuestionó el currículum del madridista porque, según él, solo se había enfrentado a “rivales de mierda”. Sin embargo, los que tomaban la decisión no dejaron que la bruma del recelo nublara sus cabezas. Tras ser seleccionado en el tercer puesto del draft por Atlanta Hawks, fue traspasado a Dallas Mavericks para iniciar su aventura en la meca del baloncesto mundial.
En estos pocos meses de competencia ha desbaratado la telaraña de dudas que se tejía sobre su rendimiento. Los titulares de sus buenas actuaciones se repiten uno tras otro. “Luka Doncic desmanteló a los Rockets”, “El ‘chico maravilla’ se exhibe frente a Golden State”, “Otra gran actuación del esloveno”.
Las etiquetas de base, alero o ala pívot no calzan con Doncic. Es, simplemente, bueno. Con genio e ingenio. Capaz de conducir, aunque también de imponerse en la pintura. De crear situaciones para sus compañeros y de clavar triples tras un paso de retirada con precisión de francotirador. Apenas llegó, su entrenador Rick Carlisle dijo que no sabía en qué posición lo iba a ocupar, pero que iba a ser titular desde ya.
“Base, escolta, alero, es un poco igual. Siempre me gusta estar con el balón, jugar pick and roll y generar juego para otros”, manifestó el muchacho en entrevista con El País.
En noviembre fue escogido el novato del mes. Su planilla estadística habla por sí sola: 18,5 puntos, 6,5 rebotes, 4,3 asistencias y 1,1 recuperaciones en 33,1 minutos de juego.
“Su novato es un jugador sensacional. Es el ‘rookie’ del año hasta ahora y seguramente lo será al final”, comentó Doc Rivers entrenador de Los Angeles Clippers. Richard Lewis, ex jugador de la liga, no se ahorró elogios y fue más allá: “Me encanta, es un gran jugador y creo que debería ser All Star”.
Todo ha ido muy rápido, como fotogramas de una película pasando a velocidad supersónica por el reflector. Él dice estar tranquilo, tan tranquilo como se veía hablando en la pantalla del WiZink Center del Real Madrid antes de los partidos: “Mi nombre es Luka Doncic. Tengo 19 años y salgo a luchar todos los días. Lucho contra mis rivales y lucho contra mi leyenda. La leyenda del jugador que dicen que voy a ser”.