Anécdotas hay muchas en la carrera de Fernando Solabarrieta pero, recientemente, el propio periodista reveló una de su ‘baúl’, que involucra a nada más ni nada menos que a Diego Armando Maradona.
Durante su participación en el programa Podemos Hablar de Chilevisión, el comunicador reveló una desenfrenada noche de juerga que vivió junto a la leyenda del fútbol mundial.
Todo aquello comenzó en 1996, según contó, cuando el astro trasandino volvió a jugar a Boca Juniors tras la sanción en su contra -por dopaje- en el Mundial de Estados Unidos 1994.
Ansioso por obtener una respuesta, el entonces joven reportero realizó la primera pregunta de la conferencia llevada a cabo en Argentina, lo cual, señaló que Maradona recordó poco después al finalizar una entrevista a ‘De Pé a Pá’.
“Él dice ‘che, escúchame, ¿vos cómo te llamas?’. ‘Fernando’. ‘Che, un gusto’, ¿vos estuviste en La Boca cuando yo llegué a Boca?’. ‘¡Sí, Diego, estuve!’, fue la conversación donde el astro reconoció al profesional de las comunicaciones.
“Y escúchame una cosa: ¿vos me preguntaste primero? ¡Sí, Diego!. Yo ya me meaba“, añadió el relator.
“Quedé en llamas. Era mi ídolo. Que mi ídolo además me tratara de esa manera. Ahí quedé. Yo estaba listo“, declaró Solabarrieta, sin saber lo que venía después.
La invitación de Maradona a Solabarrieta
Resulta que, luego de su participación en el recordado programa de TVN, el campeón del mundo con Argentina en 1986 invitó a cenar al chileno y ahí, se desató todo.
Sin pensarlo, el actual rostro de TV aceptó.
“Se termina la comida y El Morsa (cuñado) me dice: ‘El Diego quieres que vengas al hotel‘. Y aparezco en el Sheraton tipo una de la mañana. Me ofreció algo para tomar, yo no sabía qué pedirle, estaba muy nervioso”, reveló.
“Yo tomo whiscola, ¿vos qué tomas?. ¡Era justo lo que yo tomaba!”, fue parte de su respuesta ante la intervención de Maradona.
“El era muy obsesivo compulsivo, mandó a pedir. “Hola, habla El Diego. ¿Puedes subir unas whiscolas?. Si, ¿cuántas querés?. Treinta y cinco“.
Ante la sorpresa de Fernando Solabarrieta, faltaba lo otro: la comida.
“De hecho, a mitad de la noche le dieron ganas de comer salchichas. Entraba un señor con un carrito y una bandeja con 250 salchichas. Así como entró un señor con 35 whiscolas. Verdad”, sostuvo.
“Hablamos de la vida, de los papás, de la familia, de la amistad, de los hermanos. Me regaló una noche maravillosa. Y ahí, para siempre, dije “este tipo es extraordinario”, concluyó.