La doctora chilena en Paleontología, Judith Pardo, realizó un importante descubrimiento de relevancia mundial en Torres del Paine: halló una hembra de ictiosaurio con cinco embriones de gran tamaño en su interior, uno de los cuales estaba saliendo de la cavidad uterina.
En la misma expedición, realizada en enero de 2017, se encontraron en total cinco ictiosaurios (incluyendo la hembra mencionada), cuatro de los cuales estaban virtualmente completos. Además, entre ellos hay tres especies que al parecer serían nuevas y que fueron registradas en expediciones anteriores (entre 2009 y 2010).
Este hallazgo se produjo en el glaciar Tyndall, que se ubica en el Parque Nacional Torres del Paine, en la región de Magallanes.
En ese mismo glaciar la científica chilena, que actualmente trabaja en el Museo de Historia Natural de Stuttgart (Alemania), ha encontrado más de 50 fósiles de ictiosaurios desde 2004 hasta la fecha, lo cual ha convertido el lugar en uno de los yacimientos paleontológicos más importantes del mundo del período Cretácico (145 a 65,5 millones de años).
Los ictiosaurios son reptiles marinos que vivieron en nuestro planeta entre 245 millones y 90 millones de años atrás. Se caracterizaban por tener un hocico largo y dentado, medían varios metros (de 1 a 20 metros) y habitaban en los mares en lo que hoy es América, Europa y Asia. Eran carnívoros y subían a la superficie para recoger aire.
En el periodo Cretácico, las Torres del Paine estaban sumergidas, por lo que en esa zona habitaban gigantescas criaturas marinas, que se protegían de depredadores en la cuenca.
Según informó la organización pública Explora, la investigadora y su equipo realizaron el descubrimiento tras caminar casi 30 kilómetros hacia la formación Zapata, soportando condiciones climáticas y geográficas extremas.
Anteriormente, Pardo había descubierto una hembra con 3 embriones, por lo que con este nuevo fósil rompió su propio récord.
Sobre ese anterior descubrimiento, dijo en una entrevista que “este material aún se encuentra en terreno, hay que excavarlo y eso es muy difícil, por el lugar donde está ubicado y la extrema dureza de la roca que lo contiene, pero es necesario para poder preservarlo. De lo contrario, la erosión del viento, la lluvia y los cambios de temperatura lo degradarán y perderemos este valiosísimo material”.
“Este material se puede ver casi completamente expuesto en dos dimensiones en el sedimento rocoso, esto permite ver de manera directa su anatomía, como la columna vertebral, la que aporta información en términos de tamaño y movimiento, costillas, aletas y parte del cráneo, lo que permite clasificarlo taxonómicamente. Una vez excavado podremos ver huesos del cráneo que no se ven expuestos y esperamos obtener información que nos permita determinar el diámetro de su órbita ocular, la que aporta información sobre la profundidad a la que esta especie habría sido capaz de nadar, así como la extensión de su hocico, la que tiene una importancia ecológica del medio en el que vivían y alimentaban”.
Sobre por qué son tan valiosos los fósiles que hay en Chile, la científica explicó que “son muy importantes por la gran concentración y el excelente estado de preservación en el que se encuentran, los que permiten hacer estudios de tafonomía y anatomía en detalle, además la edad a la que han sido datados (130 -140 millones de años) refuerza la hipótesis que hace mención al incremento en la diversidad de ictiosaurios durante el Cretácico temprano y no una decadencia, como se pensaba hasta hace unos pocos años atrás”.