En 2015, como en cada vuelta del calendario, el Diccionario de Oxford se abocó a la dura tarea de determinar cuál era la palabra inglesa del año.
Obviamente, todo el mundo angloparlante esperaba con expectación el resultado. Y cuando al fin llegó, la sorpresa fue mayúscula. La palabra de ese año no fue una palabra.
Por primera vez, fue una pictografía. Un emoji (el siguiente).
La elección de la “cara con lágrimas de alegría”, nombre oficial de la imagen, fue justificada así por la vetusta institución: entre todos los contendores fue “la que mejor reflejó el ethos, el estado de ánimo y las preocupaciones de 2015”.
En ese mismo año, el uso del término Emoji se triplicó en comparación con el anterior. Hoy ya no caben dudas acerca de la validación de su uso como una forma más de comunicación. Según datos entregados por el sitio especializado New Scientist, más del 90% de los usuarios de las redes sociales utilizan emojis, generando un intercambio de unos 6 billones de estas imágenes al día.
Para la lingüista cognitiva Vyvyan Evans, los emojis pueden ser considerados como el primer lenguaje auténticamente global. La experta, autora del libro The Emoji Code, apunta a un dato revelador: el idioma más hablado en el mundo es el inglés, manejado por 1,5 billones de personas.
Pero esta cifra palidece ante los 3,2 billones de personas que acceden a internet alrededor del planeta, tres cuartos de las cuales lo hacen a través de smartphones cuyos teclados incorporan emojis como un estándar.
La superación de las barreras idiomáticas es otro de los elementos que los especialistas destacan para considerarlos una forma revolucionaria de comunicación. No importa si hablas una lengua o si manejas ocho, y tampoco importa si tu interlocutor no habla tu idioma; todos entendemos lo nos quieren decir cuando nos envían un ❤️ o una 😜.
No solo eso. Según la lingüista británica Sophie Scott, los emojis tienen la capacidad de agregar información emocional y no verbal a la comunicación escrita, algo fácil de comprobar viendo cómo cambia el sentido de una oración con algo tan simple como ❤️.
Así, los emojis cumplen la función de la prosodia, cambiando el acento y la entonación de lo que leemos, lo que nos permite distinguir las sutilezas de la comunicación que trasmiten, por ejemplo, ironía, ternura o entusiasmo.
Por eso, y en contra de la percepción general, Scott cree que las redes sociales nos están ayudando a aumentar nuestro nivel de sofisticación en el uso de algunos de los aspectos más potentes y menos estudiados de la comunicación.
Así que sabemos que los emojis no han cambiado la historia del cine, pero sí se han instalados como una de las herramientas más potentes de comunicación en un mundo dominado por la tecnología. Ahora, el diálogo acerca de ellos se está centrando en una nueva pregunta: ¿Pueden los emojis cambiar el mundo?
Símbolos de un mundo mejor
Es justamente el poder de traspasar idiomas lo que ha llevado a diferentes grupos de todo el mundo a usarlos con objetivos de la más diversa índole, pero compartiendo todos una misma característica: el fin último es hacer de este un mundo mejor.
¿Cómo? Llamando la atención sobre temas particulares por medio de imágenes que representan problemáticas sociales, de género, de raza o de salud, y promoviendo la conversación en torno a esos temas.
En el Reino Unido, la fundación Plan International lleva a cabo una campaña para incluir un emoji que represente la menstruación. El objetivo es generar la conversación que permita acabar con el tabú que rodea a este fenómeno natural, y así avanzar hacia la solución de los problemas que en muchas partes del mundo aún están asociados a este: vergüenza, falta de acceso a productos sanitarios y absentismo escolar.
¿Cómo puede hacer la diferencia un simple dibujo ante un problema de esta envergadura? “Simplemente saber que existe un emoji de la menstruación o un emoji anti bullying puede ayudar a que la gente se sienta más abierto a reconocer la existencia de estos problemas” explicó al sitio Rewire Linda Kaye, profesora senior de Psicología en la universidad Edge Hill, del Reino Unido.
“Los emojis son símbolos, e históricamente sabemos que los símbolos pueden conmover e influenciar con fuerza en la sociedad y en los valores que representan”, concluyó la especialista.
Así, es fácil comprender por qué los científicos están tan entusiasmaos por un nuevo emoji de un mosquito que estará disponible desde mediados de este año. Según reporta el American Council on Science and Health, la iniciativa fue apoyada por instituciones como la Fundación Bill & Melinda Gates y el Johns Hopkins Center for Communication Programs, y con ella se busca ayudar a la lucha contra enfermedades como el virus zica, la malaria o la fiebre amarilla.
El ícono del insecto facilitará la comunicación acerca de sectores de peligro o brotes, y ayudará a la comunidad científica a promover las investigaciones relacionadas en las redes sociales.
Dibujando la diversidad
La representación es otro de los temas en que los emojis marcan presencia. El año pasado, según reportó el sitio Slate, el diseñador Paul Hunt propuso versiones de género neutral para cada emoji humano. Su fin era terminar con la caricatura de lo masculino y lo femenino en la comunicación digital e incluir a quienes no se sienten identificados con la distinción binaria de géneros.
Unicode Consortium, la organización sin fines de lucro que desarrolla y revisa los emojis, no aceptó el plan completo del diseñador, pero sí la inclusión de tres emojis de género neutral representando cada uno la niñez, la adultez y la vejez.
Hunt, quien es intergénero y homosexual, fue el encargado de diseñarlos. Sus emojis debutaron en junio, propiciando de inmediato la discusión en la web acerca de su utilidad y su pertinencia.
También en 2017, la joven saudí de 16 años Rayouf Alhumedhi propuso a Unicode la imagen de una mujer con hijab, el velo con que las mujeres musulmanas cubren su cabeza. La propuesta fue acogida por Apple, que puso a disposición el emoji a fines del año pasado.
“Quería ser representada, tan simple como eso. Sólo quería un emoji de mí” explicó Rayouf a CNN. Aunque hubo personas que se manifestaron en contra de la iniciativa por estimarla innecesaria o por simbolizar una práctica de opresión a las mujeres, la adolescente se declaró satisfecha.
“Creo que la comunidad musulmana se verá beneficiada, aunque solo sea en términos de representación. Es solo un emoji, no es un cambio radical. Pero hará que la gente esté contenta. Eso espero”, declaró.
Apple también acaba de proponer trece nuevos emojis que inspirados en individuos con discapacidades. Según reporta el periódico británico The Independent, el gigante tecnológico trabajó con organizaciones americanas dedicadas a la inclusión, centrándose en cuatro categorías para el diseño de las imágenes: ceguera y problemas de visión, sordera y problemas de audición, problemas físico motores, y discapacidades ocultas. De ser aprobados, estarán disponibles a comienzos del próximo año.
África todo el año
Los emojis tampoco se quedan atrás en la difusión cultural. Desde Costa de Marfil, el joven de 20 años O’Plérou Grebet los ocupa para celebrar la diversidad y la riqueza de África. Para ello, Grebet, diseñador gráfico, está desarrollando desde comienzos de este año un proyecto que consiste en la creación de 365 emojis. Uno para cada día.
Grebet contó a El País que se le ocurrió en 2017, mientras chateaba con un amigo. Tiempo atrás había intentado crear una serie de máscaras que representaran la diversidad étnica de su país, sin que la idea llegara a buen puerto. Pero allí, mirando la pantalla de su teléfono, se dio cuenta de que la respuesta estaba en los emojis, y que esto le permitiría abarcar no solo un país, sino un continente completo.
La serie incluye objetos y alimentos fáciles de reconocer y asociar con África, como las sandalias de plástico, el mortero o la guanábana. Según Grebet, próximamente lanzará una serie de instrumentos musicales.
El proyecto le valió un reconocimiento en el marco de las Jornadas de la Comunicación Digital de África (Adicom, por su sigla en inglés), donde se llevó el galardón en la categoría de Jóvenes Innovadores.
Los emojis están dando pruebas de que podrían ser mucho más que dibujos para pasar el rato. Según Sophie Scott, es natural que la comunicación humana se desarrolle así en un entorno de rápida evolución tecnológica.
“Si hay algo que podemos explotar para comunicarnos, encontraremos el camino para hacerlo”, sostuvo. Y si ese camino son dibujos de rostros amarillos que nos ayudan a superar las barreras idiomáticas, bienvenido sea.