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Un estudio realizado por investigadores de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV) revela que la influencia de la cuestionada editorial china MDPI, de revistas científicas, ha aumentado en Chile. Esto está generando preocupación en la comunidad académica local, ya que la editorial ha sido ampliamente criticada por la rigurosidad de sus procesos de revisión de papers, entre otras prácticas que le restan credibilidad a algunas de sus revistas. Además, de los artículos chilenos que se han publicado allí en los últimos años, un 36% estarían siendo financiados con fondos públicos.
Un estudio sobre publicaciones chilenas en revistas científicas de acceso abierto, reveló que la influencia de la criticada editorial china MDPI ha aumentado en el país, pese a su mala reputación. Entre 2017 al 2023, Chile pasó de publicar el 1% de sus artículos allí, al 13%, cifra que está causando preocupación en la comunidad académica local.
En el mundo de las publicaciones científicas existen dos tipos de revistas, las de pago por suscripción, donde los lectores pagan para leer artículos, y las de acceso abierto, donde los autores pagan por publicar y los lectores pueden acceder gratis a la producción científica, como es este caso.
Sin embargo, editoriales como MDPI, están sacando provecho a los llamados cobros por procesamiento de artículos (APC, por las siglas de Article Processing Charges) publicando un gran volumen de papers, de manera rápida y en consecuencia limitando su rigurosidad en un importante paso para los autores: la revisión por pares.
El estudio hizo un sondeo de los artículos chilenos que se están publicando en revistas de esta editorial, encontrando que un 36% de ellos estarían siendo pagados con fondos públicos, ya que gran parte de la producción científica de Chile es posible gracias a la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID), que está detrás de programas de financiamiento como FONDECYT, FONDEF, FONDAP, Iniciativa Milenio y becas de maestría y doctorado.
En total, 3.111 artículos de investigaciones financiadas con fondos públicos se publicaron con la editorial MDPI. Para aterrizarlo, los expertos consideraron costos promedio por artículo revisado de unos 2.000 dólares, lo que serían en total 6.222.000 dólares entre 2017 y 2023, equivalentes a 5.910.900.000 pesos chilenos (asumiendo un tipo de cambio de 950 CLP por USD).
Esto significa que unos 5 mil millones de pesos de fondos públicos de Chile entraron a MDPI. “Esta situación ha generado preocupaciones sobre el uso óptimo de estos recursos”, plantean Francisco E. Fontúrbel y Juan L. Celis-Diez, de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV), autores del estudio.
Algunas de las instituciones de educación superior más importantes del país han publicado con la polémica editorial. La Universidad de Chile y la Universidad Católica han publicado un 6% de sus artículos allí en los últimos años. Ambas concentran la mayor cantidad de artículos totales publicados a nivel país, pero tienen la menor proporción en esta editorial.
La que más se ha visto influenciada por MDPI es la Universidad Autónoma, con un 19%; le siguen la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso con un 16%, la Universidad de Talca con un 15%, y la Universidad de Concepción y la Universidad Andrés Bello con un 9%.
¿Qué está pasando con la editorial MDPI?
MDPI es una editorial que alberga una gran cantidad de revistas científicas de acceso abierto que cubren todas las áreas del conocimiento. Actualmente, son en total 460, de las cuales 451 se jactan de publicar con revisiones por pares y 9 se dedican a publicar resultados de conferencias académicas.
Pero lo que la ha hecho cuestionable son sus procesos de revisión y la rapidez con que aceptan artículos. Además, cobran cuantiosas cifras a los autores, bajo la mal usada premisa del “acceso abierto” al conocimiento.
Ahora, la editorial está siendo apuntada por aparentemente haber impulsado un modelo de negocio que prioriza cantidad en lugar de calidad, restándole credibilidad a sus publicaciones en pos de lucrar. Este tipo de editoriales son llamadas ”depredadoras”.
Andrea Rodríguez Tastets, Vicerrectora de Investigación y Desarrollo de la Universidad de Concepción (UdeC), conversó con BiobioChile al respecto. Según ella, es momento de hacer “un llamado de atención”.
“Las editoriales vieron en este mecanismo un modelo de negocio, de sustentabilidad”, señala la académica, ya que los costos son “altísimos”. Rodríguez dice están sobre los 2 millones de pesos por una publicación y pueden llegar hasta 7 millones, dependiendo la revista.
“Nos parece un poco que uno tiene que llamar la atención a que cualquier producto de conocimiento es un proceso de reflexión que requiere madurez y requiere rigurosidad. Eso es lo que nos va a permitir generar productos que finalmente sirvan, porque si no vamos a tener un conjunto de artículos que en realidad no tienen la calidad ni permiten hacer innovaciones o generar mayor conocimiento posterior”, añade.
En la misma línea, asegura que “nuestra preocupación desde la universidad es que esencialmente los investigadores se preocupen de generar conocimiento que vaya a ciertas publicaciones de calidad, de mayor calidad”.
La Vicerrectora de Investigación y Desarrollo UdeC, explica que los fondos públicos llegan a estas revistas a través de investigaciones que se adjudican becas o fondos, de los cuales los investigadores pueden destinar parte a pagos editoriales. Y no solo en Chile, el estudio de Fontúrbel y Celis-Diez recoge que en todo el mundo se han utilizado más de 1.000 millones de dólares de fondos públicos al año para pagar tasas de acceso abierto.
Aunque, según pudo confirmar BiobioChile, ANID no destina ningún monto específicamente para costos de publicación. “Se espera que los resultados de las investigaciones que se financian con recursos del Estado se publiquen en revistas y libros revisados por pares e indizadas en Web of Science (WoS), Scopus o SciELO”, aclararon en respuesta a una consulta del medio.
Por lo tanto, queda a criterio de los investigadores dónde publicar, pero ¿qué los está haciendo buscar y pagar a MDPI?
“Desafortunadamente, los investigadores también están bajo presión de las universidades y centros de investigación para aumentar su productividad (para cumplir con indicadores cada vez más exigentes), lo que resultó en una muy buena oportunidad de negocio para editoriales como MDPI, experimentando un crecimiento sin precedentes al ofrecer tiempos de publicación rápidos y revisiones poco exigentes a cambio de un pago”, explican Fontúrbel y Celis-Diez.
MDPI sí cuenta con revistas indexadas en WoS, que es una de las plataformas más grandes que almacena, analiza y evalúa el rendimiento de las investigaciones y la rigurosidad de las publicaciones, pero en los últimos años algunas de ellas han sido eliminadas de la base de datos, ya que no cumplieron los estándares.
“La verdad es que este es un análisis profundo que hay que hacer, porque podemos estar descubriendo mecanismos principalmente económicos, que realmente van más allá de una política de poder tener acceso abierto a la información, a las publicaciones”, apunta Rodríguez.
Publicar en MDPI
BiobioChile también conversó con Felipe Salinas, ingeniero eléctrico de la Universidad de Chile, y doctor en ingeniería eléctrica de la Universidad Técnica de Berlín, que publicó y también fue un revisor en MDPI en 2020.
Felipe, que ahora está en Alemania, pero regresará a Chile en abril para iniciar su periodo de retribución de Becas Chile, dice que quedó insatisfecho con la edición que recibió uno de sus artículos.
El ingeniero decidió publicar en una de las revistas de MDPI porque su guía de doctorado, que era revisora en la editorial, tenía vales que le permitían publicar gratis allí, “entonces parecía una buena oportunidad”, recuerda.
El tiempo de publicación fue rápido y expedito, pero “en mi caso particular, el feedback que recibí por parte de los revisores me dejó insatisfecho. Para darte un ejemplo, recuerdo un revisor que mencionó varias veces que debería citar ciertos artículos que no tenían ninguna relación con mi estudio, y otros no parecían saber de qué se trataba el tema”.
Después de esta experiencia, decidió optar por otra editorial que no era de acceso abierto “como investigador, en general uno se enfrenta a la opción de pagar bastante para que sea de acceso abierto, y de pagar poco y que sean los lectores que contribuyan a la editorial”.
En su rol como revisor de MDPI, al que llegó a través de su guía de doctorado, pudo ver que el estándar no era tan alto. “Uno de los artículos que evalué era de muy baja calidad, y durante el proceso de correcciones no hubo casi ningún intento de los autores por mejorar el trabajo. Rechacé esa publicación al final del proceso, pero me pareció que fui el revisor más duro en ese contexto”, asegura.
Pese a ello, Salinas dice que MDPI no es completamente mala. “Hay de todo, buenos artículos, y algunos con poca rigurosidad. Como regla general, mis expectativas cuando abro un artículo en MDPI son en general bajas, aunque el otro día me sorprendí de encontrar un excelente artículo. De todas formas, hasta ahora no he leído en MDPI un paper que sea una contribución significativa en su campo, como si se puede encontrar en journals de Nature, Elsevier, IOP, por mencionar algunos”, aclara.
¿Quién puede hacer algo?
“Esto no es blanco y negro, es un tema”, concuerda Rodríguez. MDPI ha funcionado porque en parte está entregando una solución. “Desde un punto de vista sistémico, no parece sorprendente lo que está pasando con MDPI, más bien, encontraron una necesidad insatisfecha y la están supliendo”, añade Salinas.
“Hay una mala impresión de MDPI como editorial, pero al mismo tiempo, existe una visión positiva de cómo la editorial logró quitarle el monopolio a otras más grandes, y crear un modelo de negocio donde los investigadores pueden publicar, sin obligar a las universidades a tener convenios exclusivos u otros para reducir los costos de publicación”, reflexiona el ingeniero.
En Chile, no existe un organismo que vigile o establezca estándares para quienes publican en revistas científicas fuera del ámbito nacional, mucho menos que regule si las revistas a las que van estos porcentajes de los fondos públicos son de alto impacto o no.
De hecho, ANID se apega a las normas globales. “Compartimos los indicadores de impacto globalmente utilizados y reconocidos por los grupos disciplinares que evalúan los proyectos, incluyen los criterios de acreditación en materia de investigación establecidos por la Comisión Nacional de Acreditación (CNA) y las directrices de la Subsecretaria de Educación Superior”, explican.
Un ejemplo de cómo manejar esto puede ser Finlandia, que tiene un Foro de Publicaciones (JUFO) manejado por un comité académico que clasifica la calidad de las revistas por grados y degrada las que no cumplen con el estándar.
JUFO marca del 1 al 3, siendo las más altas las mejor calificadas. La categoría 0 es para las que no tienen revisiones por pares. Finlandia es uno de los países que han desacreditado a MDPI.
En diciembre pasado, el organismo anunció que en 2025 rebajarán 271 revistas a categoría 0, 193 de MDPI y 78 de la editorial Frontiers, según recoge el medio Retraction Watch.
Asimismo, las catalogaron como “revistas de zona gris”, porque “utilizan el modelo operativo APC y tienen como objetivo aumentar la cantidad de publicaciones con el mínimo tiempo dedicado al trabajo editorial y la evaluación de la calidad”.
Por su parte, Giulia Stefenelli, directora de comunicaciones científicas de MDPI, expresó que “estamos profundamente preocupados por la reciente decisión de JUFO y nos resulta difícil comprender la objetividad de los criterios aplicados. La degradación simultánea de 271 revistas sugiere un proceso de evaluación generalizado en lugar de una evaluación justa del mérito de cada revista”.
Pero en palabras de Andrea Rodríguez, de la UdeC, “hay que buscar mecanismos de criterios. (…) Esto es un drama a nivel internacional. Los ejemplos están en todas partes”.
“Tenemos que reflexionar esto. ¿A dónde queremos ir? ¿Cómo motivamos a que la gente joven analice esto y no se vaya por el camino más rápido, sino que se vaya por el mejor camino que nos permita tener un crecimiento sólido en conocimiento? “, plantea.
Salinas, por otro lado, dice que la responsabilidad también está en quienes producen los artículos. “Independiente de los juicios de cada uno, son los investigadores los que le dan la calidad a sus artículos, entonces habría que ver qué es lo que se está publicando en el contexto chileno antes de juzgar a priori”, concluye.
Lo mismo opinan desde ANID: “La Agencia no determina dónde las y los investigadores deben publicar sus resultados, pues es una decisión independiente de cada investigador o investigadora”.
“Ese tipo de decisiones corresponden a los equipos de investigadores. Desde ANID sugerimos publicaciones que cumplan con estándares de calidad internacionales, para promover una ciencia abierta y accesible, que comparta el conocimiento y pueda robustecer el desarrollo científico en Chile”, agregan.
“Yo creo que por ahora todavía no tenemos algo que es catastrófico. (…) Esto tiene que empezar a ser una reflexión respecto a hacia dónde queremos ir”, concluye Rodríguez.