VER RESUMEN

Resumen automático generado con Inteligencia Artificial

Una investigación reciente reveló que las ballenas jorobadas experimentaron un aumento en su bienestar durante el primer año de la pandemia de Covid-19 debido a una disminución en sus niveles de estrés. Esta especie, que migra anualmente por la costa este y oeste de Australia con dos poblaciones de 70 mil ejemplares, vio reducidos sus niveles de cortisol, hormona relacionada con el estrés, cuando el país implementó estrictas medidas de confinamiento. La investigación, realizada por científicos de la Universidad de Queensland, se basó en imágenes tomadas por drones y en muestras de grasa extraídas de los ejemplares. Los resultados sugieren que la disminución de factores de estrés ambiental, incluyendo la influencia de La Niña y la reducción de contaminantes, contribuyeron al bienestar de las ballenas jorobadas durante ese periodo.

Desarrollado por BioBioChile

Una reciente investigación que reveló que las ballenas jorobadas fueron más “felices” durante el primer año de pandemia de Covid-19, ante una disminución de sus niveles de estrés.

La ballena jorobada es un cetáceo de 40 toneladas de peso que puede llegar a medir 20 metros, con un cuerpo característico que recuerda a una joroba.

Esta especie migra anualmente por la costa este y oeste de Australia con dos poblaciones de 70 mil ejemplares. Cuando el país aplicó estrictas medidas de confinamiento por la pandemia, las ballenas disminuyeron sus niveles de cortisol, una hormona que se libera en momentos de estrés.

La investigación fue realizada por científicos de la Universidad de Queensland, y se apoyó en imágenes tomadas por drones. Además se tomaron muestras de grasa extraídas de varios ejemplares que transitaron en las aguas cercanas a la Isla North Stradbroke, a unos 100 kilómetros del sur de la ciudad de Brisbane.

Las imágenes permitieron observar la condición corporal y las reservas energéticas de las ballenas jorobadas (Megaptera novaeangliae) durante su larga migración anual -entre las aguas antárticas y zonas ecuatoriales a través de la costa australiana- y su intenso período de crianza.

Los científicos midieron genéticamente las concentraciones hormonales de la grasa (cortisol y testosterona) “durante un periodo de cambios sin precedentes en la actividad antropogénica y los procesos naturales”, señala el artículo publicado en la revista Marine Environment research.

El análisis de las muestras reveló concentraciones de cortisol significativamente más bajas en las ballenas estudiadas en 2021, en comparación con el año anterior. “Este cambio en su fisiología sugiere una disminución de los factores de estrés ambiental entre estos dos años”, dijo el autor principal de este estudio, Jake Linsky, de la Facultad de Medio Ambiente de la Universidad de Queensland.

Cabe destacar que también durante ese primer año de confinamiento se iniciaba el fenómeno meteorológico de La Niña, que los científicos apuntan que también pudo tener cierta influencia en el descenso de estrés.

Los resultados genéticos “plantean la hipótesis de que las ballenas pueden haber estado respondiendo a una disminución de los contaminantes en sus remotas aguas de alimentación”, puntualizó el científico.