Cuando se le pregunta a Hansjürgen Köhler si ha visto alguna vez extraterrestres, ríe y responde: “Cualquier cantidad. Solo que, al final, nunca eran tales“.
Köhler dirige desde hace 50 años la única central de Alemania donde se pueden reportar avistamientos de ovnis: la CENAP. Recibe entre 3 y 60 llamados diarios de personas que creen haber visto seres o naves de otro planeta. Köhler ha dedicado su vida a los objetos voladores no identificados, y resuelve casos de todo el mundo.
“Hasta el momento hemos estudiado más de 10.860 casos”, dice a DW. “Tenemos un cierto bagaje de experiencia para poder juzgar qué ha visto realmente la gente”, explica.
El 99% de las llamadas son serias. Las hacen personas que han visto en el cielo cosas que no logran explicarse. Pueden ser luces, observadas por lo general de noche, u objetos voladores que se ven también de día.
“Cuando llega un reporte, necesito simplemente datos básicos: la fecha, la hora, el lugar de los hechos, y el lugar del cielo. Con eso puedo trabajar. Puedo verificar si se trataba de un fenómeno astronómico, si ocurrió en horas de la noche”, dice.
“Todo, menos extraterrestres”
Hansjürgen Köhler y un equipo de cinco personas, que trabajan ad honorem, tienen los elementos para poder aclarar estos asuntos. Eso incluye conocimiento astronómico y técnico y experiencia con fenómenos meteorológicos. También reciben casi a diario fotos, tomadas con celulares.
“En el fondo, son malinterpretaciones de más o menos todo lo que vuela por el cielo. Eso incluye prácticamente todos los aparatos voladores terrestres, desde aviones, helicópteros y drones hasta globos de cualquier tipo; también hay láseres, que se usan en eventos y no se reconocen en la localidad vecina, y naturalmente hay causas astronómicas, dado que en Alemania la educación en lo tocante a conocimientos de astronomía es muy deficiente”, afirma.
Hasta ahora ha encontrado de todo, pero nada de origen extraterrestre. Ha podido resolver todos los casos, con excepción de 159. “Pero estos casos no han quedado abiertos porque sean tan extraños, o porque extraterrestres hayan aterrizado aquí, ni porque hayan realizado alguna maniobra fantástica en el cielo, sino simplemente porque faltaban datos básicos concretos”, aclara.
Köhler trabajó en su juventud en un planetario y tiene buenos contactos con otros investigadores, como los de la ESA (Agencia Espacial Europea), en Darmstadt. Lo motiva la curiosidad y el interés por la materia. Y no quiere perderse nada.
“También llegan llamadas de noche, porque nuestra línea es accesible las 24 horas del día… A veces alguien reporta bolas de fuego, pero no se trata de extraterrestres, sino de meteoritos más grandes que entran en la atmósfera y dejan fantásticas estelas de luz y, lógicamente, pueden sorprender a la gente”, dice.
Ovnis en América
A juicio de Köhler, en el continente americano la gente es especialmente proclive a creer en extraterrestres. Cuenta que en Estados Unidos, en el Pentágono, un par de fanáticos de los ovnis impidieron que drones de espionaje rusos y chinos fueran reconocidos como tales por mucho tiempo.
Y hace notar que “hay una distancia sideral entre los resultados que tenemos aquí de la investigación práctica y los relatos que actualmente llegan de Estados Unidos, sobre que los estadounidenses -el gobierno y los militares- tienen conocimiento de extraterrestres, que supuestamente tienen ocultos unos 30 platillos voladores, y toda esa locura. En el fondo son solo viejas historias de viejos ufólogos que se reflotan”.
También en América Latina hay mucha gente abierta a creer en fenómenos extraterrestres, lo que Köhler atribuye a razones culturales. Y opina que de eso se valen personas movidas por intereses económicos.
“Ahora que todas esas empresas madereras están en la selva y talan los bosques, y quieren apoderarse de cada vez más terrenos, asustan a los habitantes con los correspondientes medios tecnológicos”.
Afirma que “hacen aparecer, en medio de la selva, seres que brillan. Pero no son extraterrestres, sino personas que vuelan por la selva con aparatos voladores, que llevan a la espalda Jetpacks. Además tienen reflectores. Y cuando vuelan de noche por la selva, naturalmente los habitantes del lugar se llevan el susto de su vida y ya no se atreven a entrar en esa zona del bosque. Entonces, ellos tienen prácticamente la posibilidad de talar el área, sin que los habitantes protesten”.