En Chile existen varios cráteres de grandes meteoritos que alguna vez impactaron la Tierra. Algunos en el pasado se confundieron con cráteres volcánicos, pero tras varios estudios se reconocieron finalmente como de impacto. Apartados en el desierto, algunos son visitados por turistas o curiosos, sin el debido cuidado por su conservación, y pese a su importancia geológica, no hay una ley que los ampare.
En la comuna de San Pedro de Atacama, región de Antofagasta, al interior del desierto en un lugar remoto, se encuentra el cráter de impacto Monturaqui, una de las pocas estructuras de este tipo reconocidas en Sudamérica y posiblemente rastro de uno de los meteoritos más grandes que han caído en Chile.
De acuerdo con la web oficial de Geositios nacionales, este cráter se encuentra exactamente a unos 200 kilómetros al suroeste de Antofagasta y a 3000 metros de altitud en la precordillera al sur del Salar de Atacama. Allí, sólo se puede llegar en vehículo, ya que está a 70 kilómetros de la localidad más cercana por la que recibe su nombre.
Su estructura mide entre 350 a 380 metros de diámetro, según distintas mediciones y tiene entre 31 a 34 metros de profundidad. Así como algunas zonas de altura en sus paredes, siendo la más alta de 11 metros, según los datos del Museo del Meteorito.
Su formación, según estimaciones de diferentes estudios científicos, podría remontarse a unos 100.000 años, aunque con un margen de error “apreciable”, dicen los expertos.
Además, “los materiales relacionados con el impacto consisten principalmente en impactitas distribuidas en las inmediaciones del cráter y en menor cantidad a fragmentos de hierro extremadamente oxidados (esquistos de hierro) pero que han permitido reconocer al meteorito como una octaedrita gruesa del grupo A1”, señalan desde el museo.
Su impacto pudo ser inmenso. De hecho, los expertos estiman que de este meteorito correspondía a 9.870 toneladas, con dimensiones de 13,4 metros, “lo que equivalió a 2,2 bombas atómicas semejantes a la de Hiroshima”. Pero ahora sólo quedan diminutos restos.
Tantos los meteoritos, como sus cráteres son de suma importancia para estudios de “geología espacial”, por así decirlo, porque a partir de ellos los científicos pueden recoger información del sistema solar, su formación y antigüedad, pero no están protegidos.
Que un geositio esté reconocido no significa necesariamente que reciba protección, de hecho, desde la web de estos lugares geológicos, señalan que “la falta de información acerca de su estructura hace que los visitantes, que esporádicamente visitan el cráter, entren con sus vehículos hasta el interior de este, generando una erosión acelerada de sus flancos”. Lo que significa que entorpecen su conservación.
¿Por qué los cráteres de meteoritos no están protegidos?
La respuesta es simple, no existe una ley para ello. Meteoritos y cráteres no están dentro de la regulación estatal como sí lo están por ejemplo los sitios arqueológicos (fósiles, restos de culturas indígenas, etc) y aunque la comunidad científica lleva varios años intentando formular una regulación, todavía no hay resultados.
En un reportaje anterior de BiobioChile, se informó de intentos para una ley del cuidado de meteoritos que, no encajaron con los parámetros necesarios para el marco legal o que aunque fueron apoyados por parlamentarios, quedaron a medias por situaciones como por ejemplo el rechazo de la propuesta constitucional en 2022.
Incluso, científicos y cazadores de meteoritos unieron fuerzas y, en su momento, intentaron integrar el concepto de “geopatrimonio” a la Ley de Patrimonio, pero este proyecto no prosperó porque significó que “eran demasiados tópicos juntos en una sola ley, por lo que se rechazó y tiene que partir de cero”, explicó entonces Millarca Valenzuela, la primera científica de Chile dedicada al estudio de los meteoritos.
Actualmente, la comunidad está trabajando en un nuevo proyecto de ley para estos objetos, que contempla también los cráteres. Así lo explicó al medio, Samanta Aravena, meteorista de la Sociedad Geológica de Chile que está involucrada en la nueva propuesta de ley.
“Nuestro proyecto de ley también está enfocado a eso o sea estamos hablando de proteger tanto las muestras como los sitios. Estamos hablando de todos los registros o sea la protección de los sitios de impacto la protección y conservación de los meteoritos”, asegura.
Incluso las visitas científicas a estas zonas, deberían estar reguladas, expone la experta. “También hay que buscar ciertas líneas de base, para tener permisos tanto para ir a visitar un sitio de impacto, investigarlo con el debido cuidado, poder levantar meteoritos en zonas que sabemos que son de alta densidad. Y saber que van a tener un fin científico y que también va a tener un reconocimiento dentro del país como un geopatrimonio”.
Si los cráteres fueran conservador como geopatriponio, no ocurriría por ejemplo el caso de Monturaqui. “Es un lugar totalmente remoto y hay ciertas empresas de turismo que hacen acercamientos allí, si mal no recuerdo, entonces está bueno también saber que si es un sitio ver si es que tenemos la posibilidad de gestionarlo”, señala Aravena.
“Porque si es que entra una camioneta al cráter de Monturaqui lo único que hace es quitarle más evidencias del impacto que también va devaluando el sitio como un sitio patrimonial entonces eso, hoy día tampoco está vigilado eso”, concluye.
Cráteres de meteoritos en Chile
“Los efectos que produce un meteorito, en el momento de impactar la superficie terrestre, dependen fundamentalmente de 4 factores: su velocidad en el momento del impacto, su masa, su densidad y la del blanco donde impacta”, se explica en la web del Museo del Meteorito.
Existen tres tipos de cráteres: agujero de impacto, cráter de impacto y cráter de explosión.
Los agujeros de impacto, son causados por meteoritos más bien pequeños, menores a 2 toneladas de peso. Estos son frenados por la atmósfera y al impactar penetran el suelo formando un agujero del tamaño de su diámetro, aproximadamente, con un par de metros de profundidad.
Los cráteres de impacto, en cambio, se forman cuando cae un meteorito de entre 10 a 50 toneladas, que al cruzar la atmósfera no pierde toda su velocidad y puede llegar a impactar a unos 4 kilómetros por segundo.
Así, el objeto espacial “se quiebra, y tanto los fragmentos de este y del suelo, vuelan en todas direcciones formando un cráter de impacto que excederá grandemente el tamaño del meteorito”.
Por último, los cráteres de explosión corresponden a meteoritos mucho más masivos, de unas 100 toneladas y con un impacto de unos 20 kilómetros por segundo. Estos producen inmensas explosiones que dejan grandes cráteres y arrojan roca fundida y fragmentos en todas direcciones. Como se cree fue el caso de Monturaqui, el más conocido del país.
Puedes hacer click aquí para apreciar una vista en 360° desde el interior del cráter Monturaqui.
En Chile existen de los tres tipos:
Cráter Imilac
Fue descubierto a unos 3,8 kilómetros de la aguada de Imilac en Antofagasta, este entra en la categoría de cráter de impacto y mide unos 15 metros de diámetro y 4 de profundidad.
Cráteres de la vaca muerta
Este cráter que corresponde a un agujero de impacto que dejó otros varios cráteres por ser una caída masiva, fue descubierto en 1861 por unos mineros, según relata el museo, a 60 kilómetros de Taltal, también en Antofagasta.
Estos “agujeros”, fueron clasificados por números con las siglas VM (Vaca Muerta) siendo el más grande el VM-1, con una profundidad de 1,35 metros, y VM-5 el menor, con 0,52 metros de profundidad. Además, se encontraron también otros agujeros más pequeños.
Valle de meteoritos en Quillagua
Quillagua es una localidad que se encuentra en la comuna de María Elena, en Antofagasta y se consideraba un oasis dentro del desierto de Atacama, puesto que se encuentra a orillas del Río Loa.
Pero en 2002, National Geographic catalogó a este pueblito, de poco más de 100 habitantes, como el punto más seco de la Tierra, puesto durante esos últimos 40 años sólo habían caído 0,2 mm de agua en promedio y su río, a penas tenía caudal.
Pero lo que hace más especial a este valle, es que algunos estudios han mostrado evidencia de que a sus cercanías ocurrió una intensa lluvia de meteoritos que dejó más de 80 cráteres de impacto.
Algunos incluso superarían los 100 metros de diámetro, dice un estudio de 2012. Mientras que el más grande está ubicado al suroeste de la localidad y tiene un diámetro de 300 metros, pero no está reconocido ni se han hecho estudios definitivos sobre él, dice un artículo del Quillagua Space Hotel.
De hecho, en el turismo se conoce como “Valle de meteoritos”, aunque apuntan a que esta zona está más bien abandonada por la ciencia y no se tiene total certeza de si realmente hubo allí una lluvia de rocas espaciales.