SLYM una membrana delgada que se mantuvo oculta hasta hoy, pese a que podría tener un papel clave en el cerebro. Especialmente elusiva y de sólo unas pocas moléculas de espesor, no es detectable por los escáneres regulares y se desintegra cuando el cráneo es extraído.
Al fin en la mira de los científicos médicos, su descubrimiento publicado en Science y Nature Neuroscience podría ayudarnos a entender las enfermedades cerebrales y a desarrollar nuevos tratamientos.
Su nombre completo es ‘membrana subaracnoidea de tipo linfático’ (acortado a SLYM en inglés, similar a la palabra “slim” que significa “delgado”), y resulta ser parte de las defensas del cerebro así como de sus mecanismos de limpieza y lubricación.
El SLYM es un mesotelio, una membrana que también está presente en otros órganos como el corazón o los pulmones, pero los científicos tenían motivos para creer que pudiera también existir uno en el cerebro. Tenían razón.
Una membrana con muchas funciones
Forma parte del sistema glinfático, también recientemente descubierto y que maneja los desechos en el cerebro, pudiendo por lo tanto ser importante para comprender algunas enfermedades neurológicas, como el Alzheimer o la esclerosis múltiple. Por ejemplo, estudiarlo permitirá saber cómo es afectado por distintos medicamentos y terapias genéticas.
“El descubrimiento de una nueva estructura anatómica que segrega y ayuda a controlar el flujo de fluido cerebroespinal (CSF) dentro y en torno al cerebro ahora nos provee de una mejor apreciación del sofisticado rol que el CSF cumple no sólo transportando y removiendo desechos del cerebro, sino también apoyando sus defensas inmunes”, explicaron conjuntamente al anunciar este descubrimiento el co-director del Centro de Neuromedicina Traslacional de la Universidad de Rochester y la de Copenhagen, Maiken Nedergaard, y su colega Kjeld Møllgård, profesor de neuroanatomía de la Universidad de Copenhagen.
Según explica el sitio especializado Psychiatrist, SLYM forma un sello hermético en torno al cerebro, filtrando partículas mientras dormimos y permitiendo así mantener limpio el órgano al expulsar las proteínas tóxicas que acumulamos mientras estamos despiertos.
Asimismo, defiende el cerebro al mantener las células inmunes nativas dentro de éste y las externas fuera, teniendo también sistemas para detectar signos de infecciones en la superficie del órgano.
Finalmente, funciona como un “búfer” protector del cerebro dentro del cráneo. Según descubrieron, de romperse durante un impacto craneal, células inmunes ajenas al cerebro pudieron entrar, causando daño neurológico.