Puede que estemos a punto de desmontar otro mito sobre el tiranosaurio rex. Y es que un nuevo estudio publicado este jueves en la revista Science revela que el aspecto del dinosaurio habría sido muy diferente a lo que imaginábamos.
Los paleontólogos sugieren que el tiranosaurio rex y sus parientes no parecían cocodrilos, con dientes que sobresalen de sus fauces en todo su esplendor. Los dinosaurios tendrían labios y se parecían más bien a los lagartos actuales. Sin embargo, los resultados de los estudios son controvertidos y no convencen a todos los expertos.
El debate sobre si los terópodos, el grupo de dinosaurios carnívoros a los que pertenece el tiranosaurio rex, tenían labios lleva dando que hablar desde hace mucho tiempo.
Según Thomas Cullen, paleobiólogo de la Universidad de Auburn, las reconstrucciones realizadas por científicos en los años veinte y treinta los mostraban con carne sobre los dientes. Pero los medios de comunicación populares, incluida la famosa película de 1993 Jurassic Park, cambiaron esta imagen, creando a un dinosaurio con dientes grandes y sin labios.
“Eso se convirtió en… la percepción del público”, dice Cullen. “Un terópodo grande, grande, con grandes cuchillos de carne saliendo de su boca”.
La verdadera forma del tiranosaurio rex
Para ver qué tan realista podía ser esta imagen creada por los medios, Cullen y sus colegas analizaron la relación entre la longitud del cráneo y el tamaño de los dientes de reptiles vivos, como los dragones de Komodo, que tienen labios y son parientes vivos de los terópodos, así como de varios dinosaurios terópodos, como el velociraptor y el tiranosaurio rex.
El equipo llegó a la conclusión que los dientes de los terópodos no eran demasiado grandes ni demasiado largos para sus cráneos, por lo que no había razón para que sobresaliesen de la boca.
Para estar realmente seguros, los investigadores analizaron el esmalte de los dientes. Compararon un trozo de diente de un terópodo daspletosaurus con el de un cocodrilo moderno. El diente de cocodrilo tenía una capa de esmalte mucho más fina en su parte externa (frente a la cara interna de los dientes que daría a la lengua) que el diente de dinosaurio, lo que sugiere que los dinosaurios probablemente tenían labios que protegían sus dientes.
Por último, el equipo comparó la anatomía del cráneo de diversos animales vivos y muertos. Los científicos observaron que los cráneos de los dinosaurios se parecen mucho más a los de los lagartos e iguanas con labios.
“Es un gran primer paso”, añade Ashley Morhardt, paleoneuróloga de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en San Luis. Pero el estudio también tiene sus limitaciones: se basa en una muestra de pequeño tamaño, por lo que es probable que esté sesgado. “Los resultados son tentadores”, afirma.
“Pero me temo que necesitaremos más datos para decir algo con seguridad sobre el debate de los ‘labios’ de los dinosaurios”, concluye.