¿Alguna vez experimentaste estar viviendo algo que ya había pasado antes? La mayor parte de la población ha tenido esa idea, que comúnmente se conoce como Déjà vu. Pero, ¿por qué pasa?
De acuerdo con estudios científicos, la sensación de vivir nuevamente algo ya vivido tiene una explicación racional donde supuestas vidas pasadas, la magia y fenómenos paranormales no hallan cabida.
Tampoco es correcta la explicación que da Carrie-Anne Moss, como Trinity en la trilogía The Matrix, cuando dice muy segura de sí misma que el déjà vu es un “fallo en Matrix”, la realidad simulada que mantiene a la humanidad sin saber que las máquinas inteligentes se han apoderado del mundo. Hermosa imagen para una distopía de ciencia ficción, pero con poco asidero científico real y concreto.
Las hipótesis
Según el más reciente consenso de la ciencia, la sensación del dejá vu es en realidad el resultado de una comparación instantánea que hace el cerebro entre una experiencia anterior y la que se produce en el momento presente, cuyo detonante -aquí está la novedad- es la similitud de la disposición espacial de muebles, objetos y personas.
Walter Scott, aquel escritor escocés, tenía cierta cuota de razón al pensar en los objetos como piezas capaces de provocar sensaciones. Aunque en los tiempos en los que él vivió, no era todavía posible imaginar que la distribución de las cosas, de los muebles, de los cortinados, de la decoración, dentro del entorno en el que se produce esa sensación de experiencia ya vivida fuera decisiva.
“Todavía no sabemos todo sobre el déjà vu, pero la similitud de la distribución espacial entre las dos situaciones, la pasada y la presente, contribuye a que surja”, explica Anne Cleary, de la Universidad de Estado de Colorado en los Estados Unidos, autora del trabajo más reciente sobre el tema.
Para poder confirmarlo, se sometió a un grupo de personas a un experimento. “Mi equipo usó la realidad virtual para ubicar a las personas dentro de las escenas”, explica la científica en un artículo publicado en “The Conversation”.
“De esa manera, podíamos manipular los entornos en los que se encontraban las personas: algunas escenas compartían el mismo diseño espacial y, por lo demás, eran distintas. Como se predijo, era más probable que ocurriera un déjà vu cuando las personas estaban en una escena que contenía la misma disposición espacial de elementos que una escena anterior que vieron, pero no recordaron”, añadió.
Un ejemplo cotidiano. Una persona llega a un restaurante en el que nunca ha estado y, por un momento, tiene la impresión de que sí estuvo allí alguna vez. Es una ilusión. De hecho, lo que hizo su cerebro fue recuperar las sensaciones que tenía almacenadas de alguna otra ocasión en la que esa misma persona estuvo en un sitio donde las mesas, las sillas y las personas del entorno se ubicaban en posiciones similares.
A primera vista, la información puede parecer solo una curiosidad sobre un evento peculiar que ocurre al menos una vez en la vida de prácticamente todos los seres humanos. Sin embargo, agrega conocimiento relevante sobre la memoria al explicar cómo los datos espaciales capturados por el cerebro se entrelazan con los datos sensoriales y pueden activarse, de ser necesario.
Conocer en profundidad estos mecanismos es uno de los esfuerzos más urgentes de la ciencia, apremiada por encontrar soluciones a crecientes enfermedades caracterizadas por daños en la capacidad de almacenar recuerdos, como el mal de Alzheimer.
Todo pasa en el cerebro
Hasta mediados del siglo XIX, el fenómeno del “yo ya viví esto” permanecía restringido a las discusiones filosóficas y religiosas: se atribuye a San Agustín, de hecho, la primera descripción del evento, considerado por el teólogo como el estallido de los falsos recuerdos.
El avance de nuevos campos de la medicina, especialmente en el área de la neurología, amplió las posibilidades de investigación, que comenzaron a buscar respuestas dentro mismo del cerebro.
Uno de los primeros hallazgos provino de estudios sobre la epilepsia, cuyas convulsiones son causadas por alteraciones en la transmisión de señales eléctricas en el cerebro. Equipos de científicos lograron comprobar que las personas en las que el desequilibrio se produce en el lóbulo temporal tienen más episodios de déjà vu.
A partir de allí llegó la hipótesis: la región se encarga de procesar la información visual, auditiva y sensorial y, también, de organizar los recuerdos.
Día de la marmota o déjà vu eterno
Pero, además, hay personas que viven episodios de déjà vou repetitivos. Es en esas situaciones cuando la sensación de haber estado allí antes se vuelve persistente. Como vivir en una especie de “Día de la Marmota”.
Los psicólogos del laboratorio de la memoria de Leeds (Leeds Memory Group, en Gran Bretaña) publicaron su primer estudio al respecto en el año 2006. Chris Moulin, uno de los expertos, se encontró por primera vez con pacientes crónicos de déjà vu en una clínica de la memoria.
“Tuvimos una referencia peculiar de un hombre que dijo que no tenía sentido visitar la clínica porque ya había estado allí, aunque esto hubiera sido imposible”, recordó.
El hombre no solo creía genuinamente que había conocido a Moulin antes, sino que dio detalles específicos sobre las horas y los lugares de esas supuestas sesiones que, para él, eran recuerdos fidedignos. El sujeto tenía episodios de “esto ya lo viví” tan constantes que había dejado de ver la televisión, de mirar noticieros, porque todo le parecía una repetición.
Y no fue el único paciente que llegó a los especialistas de Leeds, porque la sensación de déjà vu puede ser crónica. Y entonces, la romántica idea de las vidas pasadas puede darle lugar a una verdadera pérdida de calidad de vida y de salud.
En el mismo centro de Leeds trataron a un varón ciego con episodios de déjà vou. “Es la primera vez que esto se informa en la literatura científica”, dijo O’Connor. “Es un estudio de caso concreto que contradice la teoría del retraso de la vía óptica”, explicó el profesional.
Tradicionalmente, se pensaba que las imágenes de un ojo se retrasaban y llegaban al cerebro microsegundos después que las imágenes del otro ojo, lo que provocaba la sensación de que algo se estaba viendo por segunda vez.
Pero el paciente ciego que fue a Leeds experimentaba episodios de déjà vu a través del olfato, del oído y del tacto. Así, bajar o subir el cierre de una campera mientras escuchaba determinada pieza musical; escuchar un fragmento de conversación mientras sostenía un plato en un restaurante lleno, desencadenaron episodios de déjà vou en el hombre que no podía ver.
Déjà vu y la Hipnosis
Una de las opciones de los especialistas del Leeds Memory Group para estudiar a sus pacientes fue crear una memoria en personas, bajo hipnosis. Ese recuerdo solía ser algo simple como jugar un juego o mirar una palabra impresa sobre un color determinado. Luego, a los participantes de los diferentes grupos se les sugería que olvidaran o rememoraran el recuerdo, lo que más tarde podría desencadenar la sensación de déjà vu cuando se encontraran con el juego o la palabra.
Otros investigadores optaron por provocar un déjà vu por medio del uso de la realidad virtual. Un estudio encontró que los participantes informaron haber experimentado un déjà vu cuando se movían a través del videojuego de realidad virtual “Sims”.
Esto sucedía cuando una escena se creaba a propósito para mapear espacialmente a otra. Por ejemplo, todos los arbustos en un jardín virtual fueron reemplazados por montones de basura para crear un depósito de chatarra con el mismo diseño.
La mayoría de las principales hipótesis científicas acerca del fenómeno comparten una idea: el déjà vu ocurre cuando áreas del cerebro (como el lóbulo temporal) alimentan las regiones frontales de la mente y señalan que una experiencia pasada se está repitiendo.
Es decir, que se trataría de una experiencia vinculada con la memoria. Las personas se enfrentan ante una situación que es similar a un recuerdo real, pero no pueden recordar en su totalidad eso que ya sucedió. Entonces, el cerebro reconoce las similitudes entre la experiencia actual y una en el pasado. Queda una sensación de familiaridad que no parece tener explicación.