En Chile existe una gran variedad de flora y fauna endémica que habita cada rincón del territorio. Uno de ellos es el delfín chileno, el único cetáceo endémico que vive en las costas del centro y sur del país.
El animal está en categoría de conservación “casi amenazada” y destaca por ser una especie diferente a las demás, debido a que es uno de los más pequeños del mundo y posee un comportamiento tranquilo.
Una característica física llamativa de su cuerpo son sus aletas pectorales y dorsal de forma redondeada, las que se diferencian de otros delfines que tienen sus aletas con forma en punta.
La doctora Sonja Heinrich es una de las pocas científicas que estudia de cerca esta especie en vías de extinción. Hace 20 años, la profesional alemana llegó a Chile en búsqueda de este singular animal
Heinrich realizó su doctorado investigando la ecología y hábitat de este delfín en el archipiélago de Chiloé. En aquella oportunidad conoció al veterinario Cayetano Espinosa y a las biólogas marinas Marjorie Fuentes y Carla Christie, quienes desarrollaron estudios sobre distintos aspectos del animal.
Hasta la fecha, sobre esta temática se han desarrollado dos tesis de doctorado, cuatro tesis de magíster, cinco tesis de pregrado y 30 prácticas profesionales de diferentes universidades. Además, han participado 20 voluntarios chilenos y extranjeros de países como Brasil, Portugal, Nueva Zelanda y Estados Unidos.
¿Qué se ha descubierto sobre el delfín chileno?
Durante estas dos décadas, se han hecho diferentes hallazgos que contribuyeron a recabar información valiosa sobre esta especia de cetáceo.
Uno de los más relevantes ha sido el descubrimiento de una población de 60 individuos en un área de 270 km² en los alrededores de Quellón (islas Coldita, Laitec y Cailin). Este sector se ha convertido en una zona de concentración y registro permanente del delfín chileno.
También se descubrió que esta área es el hábitat preferido de este animal, principalmente bahías y canales protegidos con aguas poco profundas (menos de 25 metros), zonas costeras (menos de 500 metros de la costa) y generalmente cercanos a ríos.
Además, su determinó que su rango de movimiento es limitado, desplazándose en promedio menos de 25 kilómetros. Estas características hacen que este delfín sea muy susceptible a cambios en el ambiente costero y a interacciones con cultivos marinos que abundan en Chiloé.
Sumado a la contaminación acústica y del agua, también existen algunos registros de estos animales en redes de salmoneras, lo que impacta fuertemente cuando la población de delfines es bastante reducida.
Educación respecto al delfín chileno
Pero no solo se ha realizado investigaciones científicas respecto a esta especie, sino que también educación ambiental en las escuelas rurales y urbanas de los alrededores de Quellón.
Marjorie Fuentes, coordinadora del proyecto, mencionó que “desde nuestro primer año de estudio quisimos compartir con la comunidad lo importante que son las zonas costeras para los delfines chilenos, que conozcan, identifiquen y valoren esta especie única, así como la gran diversidad marina que aún tenemos”.
Los esfuerzos se han centrado en el trabajo con estudiantes y organizaciones comunitarias, haciendo desde 2003 más de 40 actividades en establecimientos educacionales, ferias y juntas de vecinos.
“Actualmente, estamos trabajando en un proyecto Ciencia Pública. Se trata de una serie de cuentos digitales e inclusivos llamada Navega con el delfín chileno, que utiliza a esta especie como personaje central para educar sobre biodiversidad, problemas y medidas de conservación marina” afirmó Fuentes.
Las investigaciones y proyectos educativos continúan gracias al apoyo permanente de la ONG Yaqu Pacha desde Alemania, que financia investigaciones de mamíferos marinos en Latinoamérica y de la organización de conservación internacional WWF Chile.