Un grupo de científicos determinó que la raza de los perros no repercute en su personalidad. Esto, tras estudiar el genoma de más de 2 mil perros, sin encontrar relaciones específicas entre raza y personalidad.
Kathleen Morrill de la Universidad de Massachusetts, quien ha dedicado gran parte de su carrera a estudiar el genoma canino, lideró la investigación. Si bien, los resultados aún no son concluyentes, ya se comprobó que el ADN de los perros no se ha modificado tan rápido como para formar características de personalidad iguales en cada raza.
Así lo dice el estudio publicado recientemente en la revista Science, en el que los investigadores aseguran que “Aunque muchos rasgos físicos estaban asociados con las razas, el comportamiento era mucho más variable entre perros individuales”.
El estudio partió de una necesidad por comprender mejor si los problemas de comportamiento en caninos (como la agresión, por ejemplo), son genéticos o ambientales. Y es que los humanos han mitificado creencias relacionadas con estos problemas.
Se cree que ‘los pitbulls son violentos por naturaleza’, que ‘los poodle son emocionalmente dependientes’ o que ‘los chihuahuas son nerviosos’, algo que los investigadores pusieron en duda, y hasta ahora, desmintieron.
¿Cómo sé comprobó que la raza de los perros no tiene que ver con su carácter?
Para llegar al resultado se analizaron los genes asociados a cada perro, su aspecto y su carácter. “Se secuenció el ADN de más de 2 mil perros de pura raza y mestizos. Estos datos, junto con las encuestas realizadas a los dueños, se utilizaron para mapear los genes asociados con rasgos físicos y comportamiento”, dice el estudio.
Relacionándolo a la evolución de esta especie canina, los científicos especulaban que puede haber comportamientos hereditarios entre razas actuales y ancestrales. “Probablemente los humanos seleccionaron perros ‘amigables’ durante los primeros días en que los domesticaron”.
Esto debido a que, por esa época, a los perros se les domesticaba para funciones en específico, como cazar, rastrear, cuidar ganado, etc. Sin embargo, menos de una cuarta parte de las diferencias de personalidad de un perro a otro pueden explicarse por la genética, según el estudio.
Incluso algunas razas desmintieron sus estereotipos y contradijeron su mala fama. Los pitbulls, por ejemplo, no son más agresivos que otros perros. Los labradores pueden ser tan cariñosos como distantes. Y los pastores alemanes pueden llegar a ser fáciles de entrenar o muy tercos, informan los investigadores.
En cuanto a apariencia, los resultados fueron muy diferentes, y se confirmó que al menos el 80% de los rasgos de un perro está ligado a su ADN. Elinor Karlsson, directora de genómica de vertebrados en el Instituto Broad, quien supervisó el estudio, se refirió a los resultados en una entrevista con Science. “Coinciden con lo que el mundo de los perros nos ha dicho: que el comportamiento de estos animales está determinado por su entorno, no por su raza”, dijo.