La mariposa Xerces es aceptada como la primera especie de insecto estadounidense aniquilada por el desarrollo urbano, pero se dudaba si era una especie o una subpoblación de otra mariposa común.
En nuevo estudio, los investigadores analizaron el ADN de un espécimen azul Xerces de 93 años de una colección de museo y confirmaron que se trataba de una especie única, con lo que se confirma que esel primer caso en Estados Unidos de extinción de un insecto provocada por el hombre.
Esta mariposa azul de Xerces fue vista por última vez batiendo sus alas iridiscentes en San Francisco a principios de la década de 1940. En el nuevo estudio, publicado en la revista ‘Biology Letters’, los investigadores confirman que esta mariposa realmente se extinguió, y advierten de que la conservación de los insectos es algo que debemos tomarnos en serio.
“Es interesante reafirmar que lo que la gente ha estado pensando durante casi 100 años es cierto, que se trataba de una especie llevada a la extinción por las actividades humanas”, dice Felix Grewe, codirector del Centro de Bioinformática Grainger de Field y autor principal del artículo de Biology Letters sobre el proyecto.
“Hace tiempo que se cuestionaba si la mariposa azul de Xerces era realmente una especie distinta o sólo una población de una especie muy extendida llamada azul plateada que se encuentra en toda la costa oeste de Norteamérica”, explica Corrie Moreau, directora de las Colecciones de Insectos de la Universidad de Cornell, que empezó a trabajar en el estudio como investigadora en el Museo Field de Chicago.
“La especie azul plateada, muy extendida, tiene muchos de los mismos rasgos –prosigue–. Pero tenemos múltiples especímenes en las colecciones del Museo Field, y tenemos el laboratorio de ADN Pritzker y el Centro de Bioinformática Grainger que tiene la capacidad de secuenciar y analizar mucho ADN, así que decidimos ver si podíamos resolver finalmente esta cuestión”.
Para ver si la Xerces era realmente una especie propia, Moreau y sus colegas recurrieron a especímenes de mariposa con alfileres almacenados en cajones de las colecciones de insectos del Field. Con unas pinzas, arrancó un pequeño trozo del abdomen de una mariposa recogida en 1928.
“Fue un momento de nerviosismo, porque quieres proteger todo lo que puedas –recuerda–. Dar los primeros pasos y arrancar parte del abdomen fue muy estresante, pero también fue algo estimulante saber que podríamos ser capaces de abordar una pregunta que lleva casi 100 años sin respuesta y que no puede ser respondida de otra manera”.
Una vez recuperado el trozo de cuerpo de la mariposa, la muestra fue al Laboratorio de ADN Pritzker del Museo Field, donde los tejidos fueron tratados con productos químicos para aislar el ADN restante. “El ADN es una molécula muy estable, puede durar mucho tiempo después de que las células en las que se almacena hayan muerto”, dice Grewe.
unque el ADN es una molécula estable, se degrada con el tiempo. Sin embargo, hay ADN en cada célula, y al comparar múltiples hilos de código, los científicos pueden reconstruir cómo era la versión original. “Es como si hicieras un montón de estructuras idénticas de Legos y las dejaras caer. Las estructuras individuales estarían rotas, pero si se observan todas juntas, se podría averiguar la forma de la estructura original”, dice Moreau.
Grewe, Moreau y sus colegas compararon la secuencia genética de la mariposa azul de Xerces con el ADN de la mariposa azul plateada, más extendida, y descubrieron que el ADN de la azul de Xerces era diferente, lo que significaba que era una especie distinta.
Los resultados del estudio tienen amplias implicaciones. “La mariposa azul de Xerces es el insecto más emblemático para la conservación porque es el primer insecto de América del Norte que los humanos llevaron a la extinción. Hay una sociedad de conservación de insectos que lleva su nombre”, dice Moreau.
“Es realmente terrible que hayamos llevado algo a la extinción, pero al mismo tiempo lo que estamos diciendo es que todo lo que pensábamos coincide con las pruebas de ADN –señala–. Si hubiéramos descubierto que el Xerces azul no era realmente una especie extinta, podría socavar potencialmente los esfuerzos de conservación”.
Los análisis de ADN de especies extinguidas a veces invitan a plantearse la posibilidad de traerlas de vuelta, al estilo de Parque Jurásico, pero Grewe y Moreau señalan en su artículo que esos esfuerzos podrían emplearse mejor en proteger las especies que aún existen. “Antes de que empecemos a esforzarnos en la resurrección, dediquemos ese esfuerzo a proteger lo que hay y a aprender de nuestros errores pasados”, dice Grewe.
Moreau coincide en señalar la urgente necesidad de proteger a los insectos. “Estamos en medio de lo que se llama el apocalipsis de los insectos: se están detectando disminuciones masivas de insectos en todo el mundo –advierte Moreau–. Y aunque no todos los insectos son tan carismáticos como la mariposa azul Xerces, tienen enormes implicaciones en el funcionamiento de los ecosistemas”.
Según señala, “muchos insectos son realmente la base de lo que mantiene la salud de muchos de estos ecosistemas. Airean el suelo, lo que permite que las plantas crezcan, y esto alimenta a los herbívoros, que a su vez alimentan a los carnívoros. Cada pérdida de un insecto tiene un enorme efecto dominó en los ecosistemas”, asegura.
Además de las implicaciones del estudio para la conservación, Grewe afirma que el proyecto pone de manifiesto la importancia de las colecciones de los museos. “Cuando se recogió esta mariposa hace 93 años, nadie pensaba en secuenciar su ADN. Por eso tenemos que seguir coleccionando, para los investigadores de dentro de 100 años”, subraya.