Tal como lo advierte la comunidad científica, el virus SARS-CoV-2, causante del Covid 19, es el tercer coronavirus humano altamente patógeno que ha surgido en las últimas dos décadas. Lo preceden el Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS, por sus iniciales en inglés) y el Síndrome Respiratorio de Oriente Medio (MERS).
El coronavirus se propaga a un ritmo vertiginoso por el mundo. La principal fuente de contagio es la transmisión de persona a persona, a través de pequeñas gotitas virales que expulsamos al toser o estornudar.
También el virus lo podemos recoger de superficies contaminadas. Dependiendo del tipo de superficie -y factores como la temperatura y la humedad-, este virus es capaz de subsistir en ellas desde unas pocas horas hasta varios días.
Poco se ha hablado sobre cuál es la causa de una mayor o menor sobrevida de estas partículas virales en superficies plásticas, metálicas, de madera o de cartón, por dar algunos ejemplos.
Alejandro Dinamarca, microbiólogo y doctor en Biología Molecular e investigador de la Universidad de Valparaíso, explica que la respuesta la podemos encontrar en la estructura del virus.
“Es un virus del tipo ‘envueltos’, es decir, tiene dos capas que protegen el material genético que porta. Dado que los virus fuera de una célula no tienen metabolismo, o sea, no están vivos, mantener esta estructura protectora de su material genético resulta fundamental para diseminarse”, sostiene.
El doctor Dinamarca agrega que la naturaleza física y química de la superficie otorga mayores o menores ventajas para que las partículas virales se mantengan estructuradas.
A modo de ejemplo, “el cartón y plástico son polímeros naturales y sintéticos respectivamente, los cuales poseen porosidades que ofrecen espacios para que las partículas virales se aglomeren”, indicó Dinamarca.
“Por su parte, las superficies inorgánicas, que contienen, por ejemplo, cobre, son menos porosas y además poseen cargas que podrían afectar la estructura viral desestabilizándola y destruyéndola”, puntualizó.
El microbiólogo de la U. de Valparaíso advierte que “así el material genético, que en este caso es ARN, queda expuesto y puede ser fácilmente destruido. De hecho, el ARN es una molécula extremadamente inestable, que es destruida por efectos de la temperatura, luz y, sobre todo, por enzimas presentes en todos lados. De ahí también es la complejidad de un adecuado diagnóstico del virus. Si hay una mala manipulación el ARN se degrada y finalmente da un resultado falso negativo”.