En julio de 2017, se registró uno de los desprendimientos más grandes en la Península Antártica: un trozo de hielo de entre 5.800 y 6.000 km², equivalente a nueve veces la superficie de la ciudad de Santiago, comenzó a derivar en el Océano Austral. Esta plataforma recibió el nombre de Larsen C, sumándose a las dos anteriores, Larsen A y B.
Los primeros en intentar llegar al Larsen C fueron los investigadores británicos del British Antarctic Survey (BAS), sin embargo, la formación estacional de hielo marino frustró la misión.
Ahora, una segunda expedición liderada por el Korea Polar Research Institute (KOPRI), y en la que participan dos científicos chilenos del Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (IDEAL) de la Universidad Austral de Chile, busca responder preguntas cruciales sobre el cambio climático y su impacto en las regiones polares.
El oceanógrafo Dr. José Luis Iriarte y la estudiante de doctorado de en Ciencias de la Universidad Austral de Chile, Claudia Maturana, zarparán desde Christchurch, Nueva Zelanda, a bordo del rompehielos coreano Araon.
Uno de los objetivos de la campaña será investigar la biodiversidad del Océano Austral a través del estudio de la abundancia de microorganismos en la columna de agua y el fondo marino.
El desprendimiento del Larsen C, dejó al descubierto un ecosistema que había estado oculto por 120.000 años debajo de la plataforma de hielo.
“Se abren nuevos hábitats, donde probablemente encontraremos microorganismos que han estado allí por miles de años, tanto en la masa de hielo como en el piso del océano. Estos sistemas podrían albergar, por ejemplo, especies de bacterias nunca antes estudiadas”, asegura el Dr. Iriarte.
“El poder detectar poblaciones desconocidas y relacionarlas con características pasadas del Océano Austral y del continente antártico es una oportunidad única para nosotros como biólogos”, agrega.
Los investigadores tomarán muestras de agua de mar en diversas estaciones desde el Estrecho de Bransfield, pasando por Bahía de Maxwell, hasta llegar al Larsen C.
“El objetivo de nuestro muestreo, en primera instancia, es censar la biodiversidad microbiana para posteriormente describirla en torno a parámetros ambientales y establecer el rol biogeoquímico que los microorganismos juegan en este particular ecosistema polar”, concluye Claudia Maturana.