A inicios de julio, científicos del Instituto de Física de la Academia China de Ciencias lograron identificar rastros de agua en una muestra traída de la Luna por el rover Chang’e-5, que regresó a la Tierra en 2020.
Este hallazgo significó la primera vez que se confirma agua molecular en el satélite, lo que presenta un promisorio futuro para la instalación de bases habitadas en el futuro, cuando los humanos vuelvan a pisar la Luna.
Los expertos descubrieron que estas moléculas pueden persistir incluso en áreas que están iluminadas por el Sol, principalmente en forma de sales hidratadas.
Asimismo, estos nuevos datos son relevantes, porque se trata de muestras recogidas en una zona de latitud mucho más alta en el lado oculto del satélite, aportando nuevas pistas sobre qué forma toma el agua en la superficie lunar.
Dante Minniti, Investigador Principal del área de Exoplanetas y Astrobiología del Centro de Astrofísica y Tecnologías Afines (CATA), analiza este nuevo descubrimiento.
“Una cosa que me pareció muy interesante es que hace unas pocas décadas pensábamos que la Luna estaba seca. De hecho, no se encontró evidencia de agua en las rocas lunares que trajeron las naves Apollo. Recientemente, se estaba buscando agua en el subsuelo lunar y en forma de hielo superficial en los cráteres polares que permanecen en sombra permanente. Pero ahora también se encuentra agua atrapada en forma de sales hidratadas“, explica.
“Su presencia es esencial para establecer bases humanas permanentes. Es un
tema no solo importante desde el punto de vista astronómico, sino que también para los estudios geológicos de nuestro satélite. No sabemos todavía si hay napas subterráneas como en la Tierra. Hasta ahora solo se han encontrado trazas de agua atrapada en las rocas superficiales”, agrega.
El hallazgo de los chinos se suma a conclusiones similares obtenidas en los últimos años por la NASA, que, a través de un detector infrarrojo, ya había confirmado su existencia en 2020.
Comprobando la presencia de agua en la Luna
Según el último análisis publicado en julio en la revista Nature Astronomy se confirmó que las moléculas no provienen de contaminación terrestre ni de material expulsado por cohetes, pese a que su estructura y composición se asemeja a un mineral encontrado cerca de los volcanes en nuestro planeta.
Minniti, dice que el proceso de comprobación todavía será complejo y tomará tiempo. “El análisis es muy laborioso y complicado, porque hay que descartar que haya contaminación de las muestras, por ejemplo, desde la Tierra y de la nave misma. Estos descubrimientos recientes son muy promisorios, pero es solo el comienzo”, plantea.
Si se confirma del todo la presencia de agua en la Luna, lo siguiente sería “ver cómo extraer el agua en grandes cantidades de manera práctica, para permitir el abastecimiento de una base con seres humanos“, dice el experto.
“No solo eso, sino que también hay que aprender cómo transportarla desde las fuentes; cómo purificarla, ya que puede contener suciedad, ser muy salada o tener elementos nocivos (como el arsénico), y también cómo almacenarla”, concluye.
Estos antecedentes surgen en momentos en que la investigación está retomando el interés por visitar la Luna y evaluar la instalación de bases con una presencia permanente, intenciones que han surgido de potencias globales con planes espaciales de alto impacto, como China, Estados Unidos, India, la Unión Europea y Rusia.
En el caso específico del gigante asiático, ha desarrollado un interesante proceso de estudio lunar destinando importantes recursos, con la intención de realizar una misión tripulada para 2030 y luego construir una base en la superficie lunar.