La NASA reveló un nuevo hallazgo del James Webb, resulta que el telescopio espacial captó por primera vez a un grupo de “flujos protoestelares”. Los científicos teorizaban que esta dinámica se genera durante la formación de estrellas, pero jamás la habían visto.
Los flujos protoestelares, ocurren “cuando chorros de gas arrojados por estrellas recién nacidas chocan con gas y polvo cercanos a altas velocidades”, dice la agencia espacial en un comunicado.
“Normalmente, estos objetos tienen orientaciones variadas dentro de una región. Aquí, sin embargo, están inclinados en la misma dirección, en el mismo grado, como el aguanieve que cae durante una tormenta”, añaden.
El fenómeno fue captado en la Nebulosa Serpens, a unos 1.300 años luz de la Tierra, y siendo una estructura bastante joven. De hecho, los astrónomos calculan que tiene entre 1 y 2 millones de años.
La imagen fue posible gracias a la resolución y sensibilidad del Webb, que puede medir longitudes de onda de la luz infrarroja cercana. Según los expertos, está mostrando lo que sería “los fundamentos” del nacimiento de las estrellas.
¿Qué descubrió el James Webb?
“Los astrónomos han asumido durante mucho tiempo que a medida que las nubes colapsan para formar estrellas, estas tenderán a girar en la misma dirección. Sin embargo, esto no se había visto antes tan directamente”, explica Klaus Pontoppidan, del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA.
“Estas estructuras alargadas y alineadas son un registro histórico de la forma fundamental en que nacen las estrellas“, agrega.
El telescopio, además, aclaró cuál sería la relación entre los flujos protoestelares y la rotación de las estrellas recién formadas. De acuerdo con la NASA, cuando una nube de gas choca contra sí misma para formar una estrella, comienza a girar más rápido.
Así, se forma una especie de disco de material alrededor de lo que sería la estrella joven, que mueve el material hacia abajo, como cuando el agua se va por un desagüe y antes se forma un remolino, ejemplifican.
“Los campos magnéticos giratorios en el disco interior lanzan parte del material en chorros gemelos que se disparan hacia afuera en direcciones opuestas, perpendiculares al disco de material”, describen, y esto fue precisamente lo que vio el telescopio.
En la foto, los chorrros se identifican como rayas brillantes de un color rojizo, que representa el hidrógeno molecular y el monóxido de carbono. Estas rayas son las ondas de choque del chorro que golpean el gas y el polvo que las rodea.
“Esta área de la Nebulosa Serpens -Serpens Norte- sólo se ve claramente con Webb. Ahora podemos captar estas estrellas extremadamente jóvenes y sus flujos, algunas de las cuales antes aparecían simplemente como manchas o eran completamente invisibles en longitudes de onda ópticas debido al espeso polvo que las rodeaba”, dice Joel Green, del Instituto Científico del Telescopio Espacial en Baltimore y autor principal de este estudio.
“Webb es una joven máquina de búsqueda de objetos estelares. En este campo, recogemos señales de cada estrella joven, hasta las estrellas de menor masa. Lo que estamos viendo ahora es una imagen muy completa“, añade Green.