Científicos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) encontraron una nueva molécula en el espacio, se trata de 2-metoxietanol, que existe en la Tierra, pero nunca había sido captada fuera de ella.
Los expertos recientemente comenzaron a utilizar modelos de aprendizaje automático para estudiar la posibilidad de nuevas moléculas en el espacio y en 2023 uno de estos sugirió la presencia de 2-metoxietanol.
“Hay varias moléculas ‘metoxi’ en el espacio, como dimetil éter, metoximetanol, etil metil éter y formiato de metilo, pero el 2-metoxietanol sería el más grande y complejo jamás visto“, comentó en un comunicado Zachary TP Fried , estudiante de posgrado del grupo McGuire del MIT, autor del estudio.
Con esta sugerencia, los científicos revisaron las posibilidades y finalmente realizaron observaciones con el Atacama Large Millimeter/submillimeter Array (ALMA), desde Chile. Específicamente, apuntando hacia dos regiones de formación de estrellas, NGC 6334I e IRAS 16293-2422B.
“Al final, observamos 25 líneas rotacionales de 2-metoxietanol que se alineaban con la señal molecular observada hacia NGC 6334I (¡el código de barras coincidía!), lo que resultó en una detección segura de 2-metoxietanol en esta fuente”, explicó Fried.
“Esto nos permitió derivar parámetros físicos de la molécula hacia NGC 6334I, como su abundancia y temperatura de excitación. También permitió una investigación de las posibles vías de formación química a partir de precursores interestelares conocidos”, añadió.
La importancia de la nueva molécula en el espacio
Este hallazgo no tiene implicancias en la búsqueda de vida extraterrestre, pero sí aporta para comprender mejor el desarrollo de la complejidad química en entornos donde se forman estrellas.
De hecho, el 2-metoxietanol contiene 13 átomos, un tamaño que sobrepasó los estándares del ambiente espacial, ya que a la fecha sólo se habían encontrado 6 moléculas de este tamaño.
“Las observaciones continuas de moléculas grandes y las derivaciones posteriores de sus abundancias nos permiten avanzar en nuestro conocimiento sobre la eficiencia con la que se pueden formar moléculas grandes y mediante qué reacciones específicas pueden producirse“, explicó Fried.
“Además, dado que detectamos esta molécula en NGC 6334I, pero no en IRAS 16293-2422B, se nos presentó una oportunidad única de investigar cómo las diferentes condiciones físicas de estas dos fuentes pueden estar afectando la química que puede ocurrir“, planteó.