Un científico de Harvard cree que el meteorito podría ser un resto de tecnología alienígena que viajó desde sistemas estelares lejanos antes de explotar aquí en la Tierra.
En 2014, satélites estadounidenses registraron el impacto contra la Tierra de un objeto extremadamente raro y de rápido movimiento, que entró en el cielo cerca de Papúa Nueva Guinea. Ahora, el astrofísico cazador de ovnis Avi Loeb cree que él y su equipo pueden haber recuperado diminutos fragmentos del visitante interestelar, un meteorito “alienígena” apodado IM1 –que medía poco menos de medio metro–, del fondo del océano Pacífico.
Según los científicos, en su expedición, que comenzó el 14 de junio, ya han encontrado esférulas magnéticas “anómalas”, fragmentos de acero, curiosos cables y montones de ceniza volcánica, utilizando un trineo magnético submarino.
Pero por el momento no ha identificado nada que sea inequívocamente extraterrestre o interestelar.
Loeb cree firmemente que IM1 procede más allá de nuestro propio Sistema Solar. Esto se debe a la impresionante velocidad a la que impactó contra nuestros océanos: según los registros, IM1 se estrelló a una velocidad asombrosa de 162.000 kilómetros por hora.
El Departamento de Defensa de Estados Unidos posteriormente confirmó su ubicación y sugirió su posible procedencia interestelar.
In 2014, an interstellar meteor crashed into the Pacific Ocean. Now, on a search to find fragments from that object, Harvard astronomer Avi Loeb has found tiny metallic spherules with a seemingly unearthly composition.
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— EarthSky (@earthskyscience) June 23, 2023
Teorías sobre un meteorito alienígena
En el pasado, Loeb, que es profesor de Ciencias en la Universidad de Harvard, se ha hecho un nombre por su búsqueda de artefactos que podrían pertenecer a una civilización extraterrestre y por sus controvertidas teorías sobre el objeto interestelar ‘Oumuamua, que pasó volando junto a la Tierra en octubre de 2017.
Del mismo modo, Loeb llamó la atención por su teoría sobre el IM1: Loeb sostiene que el meteorito podría ser un artefacto o “tecnosignatura” o tecnomarcador de una civilización alienígena, algo que ha causado gran escepticismo en la comunidad científica.
Sin embargo, lo cierto es que, más allá de la extravagancia de sus teorías, si Loeb consigue establecer que el objeto es sin duda interestelar, podría pasar de ser un outsider a una estrella de la ciencia.
Oumuamua pic.twitter.com/UrIdkHTlx7
— amosk.eth (@zhangji91666728) June 29, 2023
Avi Loeb: “Aprender sobre otras civilizaciones tecnológicas del cosmos”
“Esta ha sido la experiencia más emocionante de mi carrera científica“, declaró Loeb a Vice desde el buque de la expedición, llamado Silver Star. “Refleja una oportunidad única de aprender sobre otras civilizaciones tecnológicas del cosmos estudiando el océano Pacífico”.
“Hay un zumbido periódico de la nave Silver Star cuando recuperamos el trineo”, dijo. “Al estar frente al océano y esperar las tecnosignaturas del trineo, este sonido parece un redoble de tambor dramático”, agregó.
En un post en el portal Medium, Loeb mostró su optimismo respecto a las esférulas encontradas que, a diferencia de hallazgos anteriores, no eran esféricos. “Si estos objetos están relacionados con IM1, explicarían la mayor parte de los restos de masa que hemos recuperado de IM1 hasta ahora“, escribió Loeb.
Escepticismo sobre el origen de las esférulas
De acuerdo con la BBC, las esférulas como las que encontraron el cazador de alienígenas de Harvard y su equipo, suelen ser el sello distintivo de meteoritos o asteroides, que se crean cuando explotan violentamente. No obstante, muchos científicos se muestran escépticos y señalan que las esférulas también pueden ser creadas por procesos terrestres.
Marc Fries, conservador de polvo cósmico de la NASA, explicó a la BBC que las esférulas metálicas diminutas son muy comunes en la Tierra. “Provienen de los gases de escape de los automóviles, los frenos de los vehículos, las soldaduras, los volcanes y probablemente de algunas fuentes más que no hemos identificado”, afirmó.
Y eso sin mencionar que podrían haber sido piezas de los cientos de meteoritos que caen sobre nosotros cada año.
Aun así, Loeb está acostumbrado a tomarse con deportividad el escepticismo de sus colegas científicos. Sin embargo, es consciente de la dificultad de una misión como la que lleva cabo a bordo del Silver Star. “Admito que las probabilidades de éxito son bajas”, escribe en su blog. “No obstante, soy de la opinión de que el asunto merece el riesgo”.