La Administración Federal de Aviación de los Estados Unidos (FAA) frenó los despegues del programa Starship Super Heavy de SpaceX mientras investiga la explosión ocurrida el pasado 20 de abril en Texas, luego de que los escombros del accidente llegasen más lejos de lo esperado.
Si bien no se han confirmado daños a la propiedad pública o heridos, sí se reportó que dichos escombros cayeron sobre casas de Port Isabel y playas de Boca Chica, e incluso la isla South Padre, temiéndose también otros daños ambientales como caída de cenizas sobre los hábitats de especies en peligro de extinción, según lo constató la cadena CNBC.
Los escombros llegaron hasta 10 kilómetros de la plataforma de despegue -que a su vez fue reducida a un cráter-, descubrieron las primeras indagatorias, mucho más allá que los casi 3 kilómetros que anticipó SpaceX en su reporte previo al lanzamiento. Asimismo, dada su potencia sería uno de los despegues más ruidosos de la historia, pudiendo tener también efectos dañinos en la fauna local.
En esa zona, indicaron desde el Centro para la Diversidad Biológica, viven chorlitos aflautados, playeros rojizos, jaguarundíes, ocelotes, y poblaciones de tortugas marinas en peligro crítico de extinción, algunas de ellas en plena temporada de anidamiento.
Según indicó el director local del grupo ambientalista Sierra Club, Dave Cortez, “voló concreto hasta el océano, y arriesgó golpear los tanques de almacenamiento de combustible junto a la plataforma de lanzamiento”, recalcando también que en Port Isabel se reportaron ventanas rotas y material particulado cayendo sobre casas y escuelas.
Tanto Cortez como los dirigentes de otras organizaciones indicaron que aún se desconoce si el material particulado sería dañino para la salud, o si afectará la tierra de alguna manera.
Por su parte, tras el despegue, el dueño de SpaceX, Elon Musk, anticipó que un próximo despegue sería posible en uno o dos meses más.