Después de más de 20 años de presencia humana ininterrumpida a bordo, la Estación Espacial Internacional (ISS) está funcionando a su máxima capacidad y con unos cuantos años aún por delante, gracias en particular al regreso de vuelos desde Estados Unidos.
Pero la cuestión de su futuro se vuelve cada vez más apremiante.
La ISS “se ha convertido en el puerto espacial que queremos que sea”, dijo Kathy Lueders, jefa de programas tripulados de la NASA, en una conferencia de prensa a principios de este mes.
Después del final del programa de transbordadores espaciales en 2011, los cohetes Soyuz rusos siguieron siendo los únicos “taxis” que llegaban allí. Pero desde el año pasado, gracias a la empresa SpaceX, se han reanudado los vuelos desde Estados Unidos.
“Nuestro reciente acuerdo con la industria privada nos permite transportar más personas a la Estación Espacial Internacional”, dijo Joel Montalbano, director de programas de la estación en la NASA.
Como la cápsula de SpaceX, Dragon, puede llevar cuatro astronautas (en comparación con los tres que puede transportar la Soyuz), el tamaño estándar de la tripulación ha pasado recientemente de seis a siete personas. En la ISS, por lo tanto, hace falta agregar… una cama. Ya en proceso de instalación.
La segunda misión regular que volará con Dragon, la Crew-2, despegará el 22 de abril desde Florida. Sus cuatro astronautas cohabitarán durante unos días con los actuales huéspedes de la Crew-1, que luego regresarán tras seis meses en el espacio.
Durante este período de relevo, la Estación Espacial albergará a nada menos que 11 personas. “Estaremos un poco en modo campamento”, dijo Shane Kimbrough, de la Crew-2. “Simplemente tendremos que encontrar un lugar para dormir contra una pared o en el techo. Eso no tiene importancia allá arriba”.
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“Estamos entrando en la edad de oro del uso de la ISS”, dijo David Parker, director de exploración humana y robótica de la Agencia Espacial Europea (ESA), socio de la instalación.
El osado proyecto se remonta a 1984, cuando Ronald Reagan le pidió a la NASA que desarrollara “una estación espacial tripulada de forma permanente”. La sofisticada nave se comenzó a armar en el espacio en 1998.
La primera tripulación pasó varios meses allí en 2000. Y el montaje de este inmenso rompecabezas de 108 metros de largo se completó en 2011.
“Durante la primera mitad de la vida de la estación espacial, la mayor parte de la atención se centró en su construcción”, dijo Robert Pearlman, historiador espacial y coautor de un libro sobre el tema.
En la actualidad los astronautas aún tienen que realizar operaciones de mantenimiento, pero “la mayoría de su tiempo se dedica a realizar cientos de experimentos científicos”.
Más de 3.000 experimentos se han hecho en este laboratorio ingrávido, que orbita a 400 km de la Tierra y a una velocidad de 28.000 km/h.
¿Y ahora qué?
Hoy en día, el futuro de la ISS está oficialmente asegurado hasta 2024 por los gobiernos de Estados Unidos, Rusia, Europa, Japón y Canadá. Y “desde un punto de vista técnico, hemos constatado que la ISS podrá volar hasta 2028”, dijo la NASA a la AFP.
“Además, nuestro análisis no identificó ningún problema que pudiera impedir una extensión más allá de 2028”, agregó.
El estudio para el período 2028-2032 debería comenzar “a finales de este año”, según Montalbano. Pero el uso de la estación evolucionará.
La NASA, que busca desentenderse financieramente del proyecto para centrarse en la exploración distante (la Luna y Marte), anunció en 2019 que estaría de acuerdo con recibir en la ISS turistas a cambio de dinero para ayudar a sostener sus costos.
Irán allí con SpaceX, o Boeing, cuyo desarrollo de su propio “taxi”, la cápsula Starliner, va con retraso.
“Mi esperanza es que volemos con la primera misión privada de astronautas en 2022”, dijo a la AFP Montalbano. Y en el horizonte asoman eventuales competidores.
La empresa Axiom Space quiere construir “la primera estación espacial internacional comercial”, inicialmente adherida a la ISS con miras a desplazarse de manera independiente más adelante.
China también planea comenzar a ensamblar una gran estación espacial, Tiangong, este año y terminarla para 2022.
Y Rusia acaba de anunciar un proyecto de estación lunar, “en su superficie o en órbita”, en colaboración con Pekín, tras haber desdeñado el proyecto estadounidense de una miniestación lunar, Gateway, que servirá de parada para los futuros estadounidenses que vayan a La luna.
Las décadas de asociación ruso-estadounidense en el espacio bien podrían llegar a su fin cuando la ISS, en el momento de su retirada, sea enviada de vuelta la Tierra para hundirse en el océano.