Con el transcurso de los años cada vez son más los satélites, cohetes y misiones espaciales que salen desde la Tierra, ya que el auge de firmas privadas, como SpaceX, ha ayudado a “democratizar” el acceso al espacio para diferentes compañías y gobiernos, permitiendo al ser humano conocer más acerca del universo.
Sin embargo, junto con los importantes avances que se han logrado en esta materia, también ha ido surgiendo un problema al que, en general, no se le presta demasiada atención.
Nos referimos a la basura espacial, la que está compuesta por los diferentes objetos artificiales sin utilidad que orbitan nuestro planeta.
Esta se compone de elementos tan variados como grandes restos de cohetes y satélites viejos o restos de componentes de cohetes, tales como polvo y pequeñas partículas de pintura.
Se trata de un tema al que se debe prestar especial atención, debido a que la cada vez mayor cantidad de chatarra en el espacio podría provocar accidentes catastróficos con satélites que, a su vez, desencadenarían impactos en la economía.
Así lo afirmó en 2017 un equipo de investigadores durante una reunión para coordinar los esfuerzos para remover los restos.
En total, se estima que unas 170 millones de piezas de basura espacial, dejada luego de diferentes misiones y que pueden llegar a ser tan grandes como todo un piso de un cohete espacial, orbitan muy cerca de infraestructuras espaciales avaluadas en unos 700 mil millones de dólares (500 mil millones de pesos chilenos aproximadamente).
El problema, o más bien, el “gran problema”, es que sólo se sigue el rastro de unos 22.000 trozos, fragmentos que podrían desplazarse a velocidades superiores a los 27.000 km/h. Por su parte, las más pequeñas piezas podrían provocar enormes daños, o incluso destruir satélites.
Para tener una idea, de acuerdo a la Agencia Espacial Europea (ESA), la colisión de un objeto de tan sólo un centímetro contra la Estación Espacial Internacional podría afectar seriamente el estado de la nave. En tanto, si un objeto de 10 centímetros impacta contra un satélite, podría llegar a ser “catastrófico”.
Según explicó en aquella oportunidad Ben Greene, jefe del Centro de investigación espacial de Australia, cada año el problema de la basura espacial es peor.
“Perdemos tres a cuatro satélites por año por colisiones con los restos espaciales. Estamos muy cerca, según estimaciones de la NASA, de perder todo dentro de cinco a diez años”, afirmó.
En ese sentido, agregó que la cantidad de residuos espaciales amenaza la economía debido a la dependencia cada vez mayor de los satélites de comunicación o geoposicionamiento, utilizados por industrias clave como el transporte, las finanzas o la energía. “La economía australiana es totalmente dependiente del espacio”, puntualizó.
“Es como cuando se conduce en una carretera cubierta de niebla y se tiene que ir muy despacio, sin saber qué es lo que hay realmente alrededor de uno. Esa es la perfecta analogía del espacio actual”, aseveró.
En un artículo de la National Geographic titulado La basura espacial es un gran problema, y sólo se está haciendo más grande, se recordó el caso de dos satélites que colisionaron en 2009 a unos 35.900 km/h a casi 804 millas sobre Siberia, generando una nube de miles de escombros.
“Los culpables de este accidente de alta velocidad fueron el satélite ruso inactivo Cosmos 2251 y el satélite de comunicación activo Iridium 33 en Estados Unidos. Su catastrófico final fue la primera vez que se conocieron dos colisiones en el espacio, y fue un sorprendente recordatorio del creciente problema de basura espacial”, señala la nota.
El citado medio añade que la basura espacial puede impactar a otros objetos a más de 35.900 km/h, más rápido que una bala. Las colisiones con estas pequeñas piezas a menudo dejan pozos y abolladuras en los muchos satélites, telescopios y otros objetos que orbitan nuestro planeta.
“En 2006, por ejemplo, un pequeño pedazo de basura espacial chocó con la Estación Espacial Internacional , sacando un chip de la ventana fuertemente reforzada”, menciona.
Teniendo en cuenta la importancia que significa el impacto de la basura espacial, cabe hacerse dos preguntas. La primera es: ¿podrían algunos de estos fragmentos caer sobre nuestras cabezas? Tal como recoge el sitio Gizmodo, la posibilidad existe, aunque sencillamente es muy improbable.
“Para ser exactos: una entre un billón. O por ponerlo en comparación: que te alcance un rayo es 700 veces más probable”, sostiene el portal.
“Ten en cuenta que la gran parte de nuestro planeta está inhabitado, y aún así, si alcanzaras a estar en el momento y el lugar adecuados, la basura se desintegraría probablemente contra la atmósfera. Eso sí, verías un espectáculo”, añade.
Aproximadamente 400 fragmentos de basura espacial caen sobre nuestro planeta, número que va en aumento. No obstante, si lo que te preocupa es que te caiga encima, puedes estar tranquilo. Al menos, por ahora.
Lo segundo que muchos se preguntan es, ¿qué se puede hacer frente a este problema? Esta interrogante es más compleja.
Algunos intentos en el pasado por corregir este problema han fracasado. En febrero de 2017, una misión experimental japonesa, destinada a limpiar la basura utilizando una “cuerda” electrodinámica para desplazar la chatarra a una órbita más cercana a la Tierra, falló.
Por su parte, la Academia Rusa de Ciencias pretende convertir un telescopio óptico de tres metros ubicado en el Centro de Óptica Láser situado en la región de Altái (Rusia) en un cañón láser capaz de destruir la basura espacial mediante la vaporización con un rayo sólido.
Dicho de otro modo, este telescopio, diseñado para observar satélites y la chatarra espacial potencialmente peligrosa, sería reconvertido en un láser capaz de hacer frente a este tipo de amenazas.
Un proyecto concreto
El español Benjamín Bastida, ingeniero de la Oficina de Basura Espacial de la ESA, habló con el portal El Tiempo sobre el tema, explicando cuales son las alternativas que contemplan para acabar con la basura espacial.
“En la ESA estamos planeando la misión e.Deorbit, para ir a atrapar un satélite con un brazo robótico, una serie de tentáculos, un arpón o una red para hacerlo bajar hacia la Tierra”, expresó.
“Hay quienes creen que con un láser se podría frenar a los objetos más pequeños para que caigan a la Tierra y otras opciones que no son de contacto directo, como ir con un satélite, ponerse delante del otro y propulsarse con este y frenarlo, haciendo que la órbita baje”, ahondó.
Finalmente, mencionó que como en cualquier misión, se deben conseguir los fondos para costear este tipo de proyecto. “Desde el nivel privado hay algunas empresas que proponen sistemas para ir a recuperar satélites y bajarlos, pero, otra vez, lo que no está muy claro aún es quién los paga”, sostuvo.