El ingeniero espacial argentino Pablo de León, que está diseñando para la NASA dos prototipos de trajes espaciales para la Luna y Marte, cree que es “bastante optimista” pensar en volver al satélite en 2024. Para comenzar, los astronautas aún no tienen qué ponerse.
El presidente estadounidense, Donald Trump, ordenó regresar a la Luna en 2024.
Sin embargo, “la NASA no tiene un traje todavía pensado para esto porque esta decisión de ir a la Luna en 2024 es algo que apareció por generación espontánea”, dijo De León a la AFP cuando visitaba el Centro Espacial Kennedy de Cabo Cañaveral, en el oeste de Florida.
“Por un lado tienes un mandato de llegar a la Luna en 2024 y por otro ni siquiera tienes trajes espaciales desde 1977”, prosiguió.
Ciertamente, los trajes que usan los estadounidenses a bordo de la Estación Espacial Internacional (ISS), y que sirven para hacer “salidas extra vehiculares” en el espacio, fueron diseñados en los años 1970 y hoy día solo queda un puñado de ellos aún operativos.
El ingeniero argentino, que lleva 30 años trabajando en trajes espaciales, dirige el laboratorio de Vuelos Espaciales Humanos de la Universidad de Dakota del Norte, con financiamiento de la agencia espacial estadounidense.
Allí desarrolla el traje NDX-1 para Marte, el NDX-2 para la Luna, y un hábitat inflable que utiliza la misma tecnología textil de los trajes espaciales con miras a establecer una base en el planeta rojo en los años 2030.
Hace 50 años, cuando las misiones Apolo conquistaron la Luna, el presupuesto de la NASA ajustado a la inflación “era 10 veces el presupuesto de la NASA de ahora”, explicó el experto aeroespacial.
Comparativamente, añadió, el presupuesto actual de 21.000 millones de dólares “no es suficiente para un proyecto de esta magnitud y con esa fecha de realización”. “Pensar que se puede hacer con eso [un viaje a la Luna] es bastante optimista”, prosiguió.
Un traje que es una nave espacial
Un traje “es una máquina que tiene la complejidad de una nave espacial, porque tiene que proveer a los astronautas del mismo ambiente, temperatura, presión, humedad, protección de radiaciones, comunicaciones y energía que tiene una nave espacial, pero todo eso en una prenda de vestir”, dijo De León.
Los trajes que se usan en la ISS no sirven para la Luna ni para Marte, porque una cosa es una actividad extravehicular en el espacio, y otra muy distinta es dar un paseo por la superficie de un planeta o una luna.
“Con el traje espacial para Gravedad Cero que se usa en la ISS, vos no estás caminando en ningún lado, porque flotás. Entonces los trajes son prácticamente inmóviles de la cintura para abajo”, dijo De León. En otras palabras, “en el espacio, las piernas no sirven para nada”.
Pero un traje espacial para una superficie planetaria, por muy tenue que sea su gravedad, tiene que proveer al astronauta una flexibilidad de movimientos que le permita desplazarse, trabajar y recoger muestras.
Otro desafío es “el problema del polvo” en la Luna, un asunto que los pioneros desconocían cuando enviaron a los astronautas hace 50 años. “Esos trajes se habrían hecho flecos en tres días”, dijo De León. Pero las misiones duraron menos y no ocurrió ningún desastre.
En la Tierra, la erosión “se ha encargado a lo largo de millones y millones de años de redondear las piedras, la arena, el polvo”, dijo. Sin embargo, como en la Luna no hay erosión, “las piedritas, aunque sean partículas muy pequeñas, son altamente cortantes. Cortan la tela como una sierra”.
Estas partículas “hicieron un daño impresionante” en las telas de los trajes de las misiones de Apolo y se incrustraron en sus cierres. “Con dos o tres cerradas más de cierre, se habrían desarmado en medio de la caminata espacial”, dijo el ingeniero.
Pero Marte plantea otro desafío: tiene percloratos, un elemento tóxico para el ser humano.
“Hay que aislar todo lo que ha estado en contacto con el exterior en el momento en que los astronautas se saquen el traje”, explicó De León.
Cada traje está hecho de cerca de 350 materiales diferentes y casi 20 capas de tela.
Los científicos seguirán explorando distintos materiales hasta que se decrete un “design freeze” o congelamiento de diseño. Entonces transferirán la tecnología al contratista que producirá los trajes luego de una licitación de la NASA.