La misión de prueba de la cápsula Crew Dragon de SpaceX para la Nasa logró superar una fase delicada este domingo: se acopló automáticamente a la Estación Espacial Internacional (ISS), a más de 400 km sobre la superficie de la Tierra.

El acoplamiento de la cápsula, que lleva un maniquí a bordo, fue a las 10:51 horas GMT, confirmaron los astronautas de la estación.

Un poco más de dos horas más tarde, los tres miembros de la tripulación de la ISS, la estadounidense Anne McClain, el canadiense David Saint-Jacques y el ruso Oleg Kononenko, abrieron la escotilla de la cápsula y, por primera vez, entraron en la cápsula en el espacio.

En su interior encontraron al maniquí, Ripley, instalado en un asiento, y a un pequeño peluche con forma de planeta azul, que SpaceX introdujo con humor en la cápsula para que sirviera de “indicador de ingravidez súper ‘high tech"”.

“Bienvenidos a la nueva era de los vuelos espaciales”
, declaró McClain, desde el interior de Crew Dragon.

“Felicidades a todos por este logro histórico que nos acerca al día en que podremos hacer volar a astronautas estadounidenses en cohetes estadounidenses”, declaró el jefe de la Nasa, Jim Bridenstine.

La cápsula se había acercado en varias etapas a la estación, sincronizando su velocidad y trayectoria.

En la imagen, el contacto parecía producirse muy lentamente, pero lo cierto es que la ISS y la cápsula avanzaban paralelas a más de 27.000 km/h en órbita alrededor de la Tierra.

La llegada tardó aproximadamente 27 horas desde el lanzamiento de la cápsula en un cohete Falcon 9 de SpaceX desde el Centro Espacial Kennedy en Florida. Dragon se separará de la estación el próximo viernes para volver a la Tierra y caer en una plataforma en el Atlántico, frenada por cuatro paracaídas.

La misión es un ensayo general, sin humanos, de la primera misión tripulada de Dragon, que se lanzará este año.

El objetivo de la prueba es verificar que el vehículo sea confiable y seguro, para permitir a la Nasa reanudar los vuelos tripulados desde suelo estadounidense.

Desde el final del programa de transbordadores espaciales en 2011 tras 30 años de servicio, solo los rusos transportan personas en viajes de ida y vuelta a la ISS.

“Una nueva etapa que nos acerca a nuestro vuelo”, dijo el astronauta Bob Behnken, uno de los dos elegidos por la Nasa para la primera misión tripulada.

Soñar con Marte

SpaceX ha realizado este viaje una docena de veces desde 2012, pero llevando solo suministros para reabastecer la estación. Transportar humanos allí requiere asientos, un aire respirable en una cabina presurizada, una temperatura regulada para los pasajeros y, por supuesto, sistemas de emergencia.

La Nasa se dispone así por primera vez a confiar a compañías privadas el transporte de sus astronautas. Boeing también ganó un contrato y está desarrollando su propia cápsula, Starliner, que será probada en unos meses.

La agencia espacial estadounidense ya no es propietaria de naves ni cohetes y compra un servicio por un precio fijo: 2.600 millones de dólares por seis viajes tripulados de ida y vuelta en el caso de SpaceX, según un contrato firmado en 2014, al que se suman los contratos de desarrollo de las naves por 600 millones.

Este cambio de modelo se inició durante el primer mandato del presidente Barack Obama, a partir de 2010. Pero debido a los retrasos en el desarrollo, se ha concretado bajo la presidencia de su sucesor, Donald Trump.

“Hemos logrado que la Nasa vibre otra vez. Gran operación y éxito. ¡Felicitaciones a SpaceX y todos!”, tuiteó el mandatario republicano el sábado después del lanzamiento de la cápsula.

La Nasa tiene como instrucción oficial desde 2017 volver a la Luna. Para ello ha recibido un buen financiamiento del Congreso y tiene un presupuesto de 21.500 millones de dólares en 2019.

Elon Musk, el magnate que creó SpaceX en 2002, parece más interesado en una exploración más lejana del Sistema Solar. El sábado volvió a exponer su sueño: “Deberíamos tener una base en la Luna, una base humana permanentemente ocupada en la Luna. Y enviar gente a Marte y construir una ciudad en Marte”.

Musk firmó con un cliente, el multimillonario japonés Yusaku Maezawa, para un viaje alrededor de la Luna no antes de 2023, a bordo de un cohete que está en construcción, mucho más poderoso que el utilizado para la misión Dragon.