Científicos de la Universidad de Cambridge realizaron un estudio en el que pusieron a prueba a un grupo de personas para usar un pulgar robótico extra, una prótesis controlable para manipular objetos. Así, descubrieron que los humanos se adaptaban rápidamente a este accesorio.
Pero, ¿cuál fue la finalidad de este curioso ensayo? Resulta que los expertos están apuntando al “aumento motor”, un concepto que utilizan para referirse a la optimización del cuerpo humano utilizando este tipo de dispositivos.
De acuerdo con Science Daily, se trata de un área emergente de la tecnología, que busca el uso de dispositivos portátiles motorizados o partes del cuerpo robóticas, para avanzar las capacidades motoras, más allá de las limitaciones biológicas de los humanos.
El estudio, publicado en la revista Science, detalla que el dispositivo, al que llamaron “Tercer Pulgar”, fue probado durante una feria en la que se exhibió, donde 596 personas pudieron usarlo, de un rango etario bastante amplio, que abarcó desde los 3 a los 96 años.
“El 98% de los participantes fueron capaces de manipular objetos con éxito utilizando el pulgar extra durante el primer minuto de uso, sin influencias significativas de género, destreza o afinidad por pasatiempos que involucraran las manos”, dice el paper.
Un pulgar robótico extra con mirada inclusiva hacia el futuro
Los expertos esperan que este tipo de dispositivos mejoren la calidad de vida de las personas, pero también planean prestar nuevas formas de interactuar a las personas con problemas de movilidad, por ejemplo.
“La tecnología está cambiando nuestra definición misma de lo que significa ser humano, y las máquinas se están convirtiendo cada vez más en parte de nuestra vida cotidiana, incluso en nuestras mentes y cuerpos”, comentó al medio, Tamar Makin, de la Unidad de Ciencias del Cerebro y Cognición del Consejo de Investigación Médica (MRC) de la Universidad de Cambridge, coautor del estudio.
Según la experta, iniciativas como esta serán un gran aporte a la sociedad, “pero es vital que consideremos cómo pueden ayudar a todas las personas por igual, especialmente a las comunidades marginadas que a menudo quedan excluidas de la investigación y el desarrollo de la innovación”.
El Tercer Pulgar en cuestión, es un dedo adicional que aumenta el rango de movimiento de los usuarios y mejora la capacidad de agarre y de carga de la mano.
Se utiliza en el lado opuesto del pulgar —al lado del meñique — y se controla con un censor que va debajo del dedo gordo del pie, en ambos pies. Así, haciendo presión con el dedo derecho, el pulgar robótico en la mano se mueve hacia afuera y la presión del dedo izquierdo lo mueve hacia adentro.
Las pruebas se realizaron en 2022, pero los expertos recién publicaron los resultados a fines de mayo de este año. De los más de 500 participantes del ensayo, solo 4 no se adecuaron al dispositivo.
Los científicos emplearon dos ejercicios, el primero consistió en retirar chinches de un tablero y dejarlos en una cesta. Mientras que la segunda implicó mover y guardar objetos de espuma utilizando el pulgar y la mano. En ambas tareas se pidió mover la mayor cantidad de objetos posibles en 60 segundos.
Los resultados mostraron que el 98% de los usuarios pudieron completar las tareas con éxito, aunque en distintos niveles de productividad. Un aspecto curioso fue que los niños más pequeños y adultos mayores tuvieron niveles similares de rendimiento.
Estos resultados preliminares serán clave para continuar desarrollando el dispositivo. Dani Clode, uno de los científicos que desarrolló el Tercer Pulgar, dijo que será “una extensión del cuerpo mismo” y añadió: “es igualmente importante que estos dispositivos sean accesibles y funcionales para una amplia gama de usuarios. Además, deben ser fáciles de aprender y utilizar rápidamente”.
Ahora, los expertos evalúan cómo conectar este dispositivo con el cerebro, tomando en cuenta los factores que funcionen en un amplio rango de personas.
“Para que el aumento motor, e incluso las interacciones hombre-máquina más amplias tengan éxito, tendrán que integrarse perfectamente con el motor, el cerebro del usuario y las capacidades cognitivas. Necesitaremos tener en cuenta las diferentes edades, géneros, peso, estilos de vida, discapacidades, así como los antecedentes culturales y financieros de las personas e incluso los gustos o disgustos por la tecnología. Las pruebas físicas de grupos grandes y diversos de personas son esenciales para alcanzar esta meta”, agregó Lucy Dowdall, también de la Unidad de Cognición y Ciencias del Cerebro del MRC.