Tesla reanudó el viernes la tala de un bosque cercano a Berlín para construir su planta europea de vehículos eléctricos, cuya existencia divide al movimiento ecologista en Alemania.
Un tribunal local levantó el jueves la suspensión provisional de las obras dictada el pasado sábado, tras el recurso de un movimiento ecologista contra la tala de 90 hectáreas de árboles que implica el proyecto.
El colectivo ecologista “Grüne Liga” (“Liga Verde”), que presentó el recurso, se dice además preocupado de los efectos de la planta en “el abastecimiento de agua potable” y el “aumento del tráfico por carretera”.
Además se queja de que Tesla no tiene los permisos definitivos para construir y aún falta un estudio de impacto ambiental, pero tras la firma del contrato de venta de tierras, en enero, fue autorizada comenzar las obras “bajo su riesgo”.
No obstante, una gran parte del movimiento ecologista alemán se distanció de esa batalla judicial, alegando que la planta de Tesla acelera la transición del país hacia la movilidad eléctrica, considerada preferible a los motores a combustible.
“Convertir un bosque de pinos en un campo de batalla por el clima no hace avanzar la protección de la naturaleza”, dijo Oliver Krischer, vicepresidente del grupo Verde en el parlamento.
La principal asociación ambiental alemana, BUND, aseguró que “no apoya el bloqueo de las obras”, pues considera que su papel es “acompañar y evaluar de manera crítica a Tesla” para “una verdadera transición medioambiental del transporte”.
La planta será la primera de Tesla en Europa y permitirá alimentar los mercados europeos con baterías, motorizaciones y vehículos, incluyendo los Model Y y Model 3.
La empresa espera poder abrir la planta en 2021 y alcanzar a medio plazo una producción de 500.000 automóviles anuales.
Tesla ya representa el 30% del mercado europeo de autos eléctricos con baterías, según Matthias Schmidt, un especialista de la industrial del automóvil.