Un imbécil moral es un individuo que es incapaz de comprender los principios y valores morales y es incapaz de tomar decisiones y actuar en concordancia con ello.
Los idiotas morales pueden ser muy astutos y funcionar perfectamente como hábiles sinvergüenzas. Pueden ser directivos de controladoras transnacionales, pueden ser jefes de estados, parlamentarios o ministros o fiscales y por supuesto, pueden también ser generales.
Quizás el más rimbombante de los idiotas morales del siglo XXI sea el joven multimillonario estadounidense Martin Shkreli, capo máximo de la farmacéutica Turing, quien luego de asumir el control de esa empresa en 2015 ordenó sencillamente aumentar en un 5.000% el precio de un medicamento indispensable contra la inmunodeficiencia. Con un simple memorándum hizo que alrededor de 30 millones de enfermos que compraban la droga a US$13 ahora tendrían que pagar US$750.
Interrogado por la prensa en medio de la indignación generalizada, Shkreli se encogió de hombros y contestó: “lo hice porque puedo hacerlo, soy el dueño y la ley me autoriza a fijar el precio de mis productos”.
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