Un reciente estudio de la Universidad de Stanford concluyó que un 39% de las parejas heterosexuales se conoce a través de internet y de las aplicaciones, lo que muestra un aumento del 22% respecto a 2009, cuando se realizó una medición similar.
Si bien estos datos son parciales, ya que sólo participaron cerca de 3.000 personas en Estados Unidos, los resultados evidencian los grandes cambios que ha generado el uso de la tecnología en los comportamientos sociales, ya que las cifras de parejas que se conoce en la red han tenido un alza sostenida desde mediados de la década de 1990.
Esa evolución se evidencia también en el comercio. Según un reciente estudio hecho por el marketplace Linio, Chile ocupa el primer lugar en ventas per cápita de comercio electrónico en América Latina, gastándose por persona US$314,4 en compras no presenciales el año pasado, mientras el promedio en la región alcanzó los US$ 107,6.
Los innegables cambios en la forma en que las personas se relacionan y vinculan, y cómo realizan sus actividades de consumo, han obligado a las organizaciones a modificar también la manera con la que llegan a sus distintos públicos, ya sean miembros internos, usuarios, clientes que demandan sus bienes o servicios, o la comunidad en general.
En este contexto, las comunicaciones y el marketing se han adaptado a este escenario y han entendido que la forma de conectar con las audiencias debe considerar como base la existencia de una sociedad cada vez más conectada al mundo virtual, donde el concepto de una masa general y masiva ha cedido espacio a receptores más segmentados y muchas veces únicos.
Las organizaciones, cada vez cuentan con mayor información relacionada a sus clientes, es por esto, que el Big Data y el Machine Learning se hacen cada vez más indispensables para “aprender” y crear modelos que permitan dirigirse dónde están esos destinatarios del mensaje, comprendiendo las lógicas y formatos más apropiados de cada plataforma. Con eso establecido, se debe preparar planificadamente una estrategia que permita abordar cada uno de los aspectos que garanticen una comunicación eficiente.
En el ámbito comercial, por ejemplo, muchos consumidores ya no se tientan con lo que ven en las vitrinas de una tienda mientras caminan por fuera, sino que “vitrinean” en internet para luego ir a buscar directamente lo que necesitan, o mejor aún, para que se lo despachen a domicilio. La alta conexión también ha dado un mayor valor al uso del tiempo, y quienes optan por privilegiar la compra a través de internet destacan no perderlo en trámites.
En resumen, las organizaciones que quieren permanecer visibles para sus públicos de interés están obligadas a llegar justamente a esos lugares virtuales donde ellos están, saber qué quieren y determinar claramente cómo satisfacer sus requerimientos, porque con pocos clicks esas personas pueden acceder y vincularse de mejor manera con otra organización que sepa cumplir bien esta labor.
Hoy un gran edificio con una linda fachada no es garantía de visibilidad si no se sabe estar presente de buena manera en las redes, y en vez de convertirse en un ícono de su imagen corporativa puede transformarse en el mausoleo de lo que alguna vez fue un buen proyecto.
Cristian Cornejo
Director general de Comunicaciones y Extensión
Universidad Bernardo O’Higgins.