Lo que ocurrió este fin de semana en Arica es un desastre. Somos un país que le da la espalda a la cordillera, a pesar de que esta morfología nos acompaña en casi todo el territorio nacional.
Frecuente son los procesos de remoción en masa que han afectado a diversas ciudades a lo largo de la historia, entre los que se pueden mencionar están el aluvión de la quebrada de Macul, el de Antofagasta y los aluviones de Copiapó dos años antes de manera consecutiva y en el mismo lugar, lo que denota la poca importancia que los planificadores y los servicios competentes le han dado a este tipo de fenómenos.
En la zona norte los ríos y quebradas suelen tener un periodo de retorno superior a los 50 años, lo que significa que cada 50 años los ríos vuelven a tomar su cauce, incluidas las Terrazas de Inundación y las quebradas que se vuelven a activar, generalmente por el derretimiento de las nieves del altiplano donde tienen su origen o por el “invierno Boliviano”.
En esta ocasión, este último provocó una tormenta eléctrica con abundantes precipitaciones que arrastraron sedimentos y volúmenes de agua superiores. Es por esta razón, que los lechos de inundación de ríos y quebradas no pueden ser ocupadas por infraestructuras que puedan afectar su escurrimiento de manera fluida, por el contrario, le entregan material para arrastrar y destruir todo lo que se cruce con cauce.
Ahora, se entiende que las personas no tienen por qué tener en conocimiento estos aspectos técnicos de la red hidrológica que nace en la Cordillera de Los Andes, y es aquí donde los servicios especialistas no han aportado con información y se encuentran en debe con el Estado de Chile.
Primero la Dirección General de Agua del Ministerio de Obras Públicas, que es quien regula el manejo de cuencas hidrográficas y el uso del recurso agua, debería tener identificadas todas las zonas de inundación que tienen los ríos principales que cruzan cada ciudad o pueblo en el territorio nacional. La información que generan actualmente solo se remite a la toma de crecidas que pueden tener ciertos ríos, no tienen mapa de inundación a nivel nacional, lo que debería ser una de sus principales funciones.
Por otro lado, el Servicio De Geología y Minería del Ministerio de Minería debería tener un mapa con la identificación de las zonas de peligro de aluviones. Ambas, información crucial para la planificación del territorio y la toma de decisiones. Está falta de información ha llevado a las personas a comprar viviendas en lugares con antecedentes históricos de inundación o remociones en masa.
Según Naciones Unidas, el Cambio Climático afectará de manera crítica a nuestro país, haciendo los eventos naturales de origen hidrometeorológico más extremos que antes. Con este antecedente es crucial el contar con este tipo de información para que los servicios pertenecientes al Comité de Operaciones de Emergencia puedan tomar decisiones correctas en momentos críticos.
Afortunadamente, al igual que en la emergencia anterior, Onoemi actuó correctamente evacuando a la población que se encontraba en riesgo, hasta que el análisis de la información determine que es factible volver a sus hogares.
Sin embargo, frente a la falta de información técnica que no genera la DGA y el Sernageomin, les resulta más complejo tomar decisiones que sean eficientes, eficaces y oportunas que salven vidas.
Fabiola Barrenechea
Directora Observatorio de Riesgos de Desastres
Universidad Bernardo O´Higgins