Esta semana, finalmente -después de un enrevesado proceso- el INE dio a conocer el número de población según el CENSO 2017, datos que arrojaron que somos un poco más de 18 millones de personas y se proyecta que para el año 2050, seamos 21,6 aproximadamente. A su vez, estos datos revelaron que la sociedad chilena ha vivido importantes procesos de cambio.
La proyección de la población que hace el INE se explica por factores sociodemográficos como las tasas de fecundidad, el envejecimiento de la población, las migraciones internacionales y los estilos de vida de la sociedad, los cuales van cambiando rápidamente en el mundo contemporáneo.
Entre estos y para el caso chileno, cabe destacar el envejecimiento de la población y el aumento de la esperanza de vida. Un dato no menor que se conoció a través del CENSO, es que hacia el año 2050 una de cada cuatro personas tendrá 65 años o más y se vivirá en promedio hasta los 85 años.
Esta tendencia es similar a los países altamente industrializados, de allí, la urgencia de diseñar ahora políticas públicas para que en el futuro podamos hacernos cargo de lo que implica vivir más y en una sociedad envejecida.
Otra cifra interesante que reveló el CENSO, es que hacia el año 2029 la fecundidad alcanzará su nivel más bajo, con un promedio de 1,57 hijas e hijos por mujer, al final de su vida fértil.
Las tasas de fecundidad han bajado en Chile y seguirán bajando, entre otros factores, por las políticas públicas y los cambios en los roles de género. Sin duda, existe una defiencia en los programas públicos de cuidado infantil, en general, son de baja calidad, sin cobertura y no se adaptan a las necesidades del mercado laboral, mientras, los servicios privados son caros y escasos.
Sumado a lo anterior, las estadísticas muestran que los hombres no han asumido completamente su responsabilidad en el trabajo doméstico y de cuidado, por lo tanto, el mayor peso sigue recayendo en las mujeres.
Ellas lo saben, quizás por eso, hoy en día no es raro ver que muchas optan por estudiar, desarrollar carreras profesionales o proyectos individuales por sobre la maternidad. En un escenario así, donde la desigualdad de género siguen afectando en mayor medida a las mujeres, es probable que las tasas de fecundidad sigan bajando.
Por eso, es crucial que las políticas públicas del ámbito del cuidado infantil, el mercado de trabajo y la igualdad de género dialoguen entre sí.
Por último, el factor de la migración también tiene una incidencia en el dinamismo o la movilidad de la población en Chile. En la mayoría de los países industrializado o de la OCDE existe un alto porcentaje de población migrante, debido a factores sociales, económicos, políticos o culturales.
En el caso de Chile, ciertamente ha habido un aumento acelerado de los flujos migratorios durante la última década, los datos entregados por el INE indican que probablemente bajen, pero no van a disminuir, sino que van a estabilizarse, tal como ocurre en esos otros países.
Las personas extranjeras que llegan a nuestro país son mayoritariamente jóvenes, están en una etapa económicamente activa y las mujeres, en etapas fértiles, porque, justamente, a través de la migración buscan mejores oportunidades de empleo y de vida.
Según algunos estudios ya han comenzado a nacer aquí hijas e hijos de madres y padres migrantes, conformando nuevas generaciones, lo que traerá desafíos de cohesión social y cultural.
Si bien, se ha dicho que las personas migrantes tienden a tener tasas de fecundidad más altas que la población autóctona, luego de un tiempo o al cabo de una generación, se adaptan a las pautas culturales del país de destino.
Todas estas cifras y tendencias nos muestran las transformaciones que estamos viviendo como sociedad, en un contexto global donde los cambios son profundos y acelerados. Por lo tanto, es de esperar, que lo anterior sea considerado a la hora de diseñar políticas públicas para el Chile de hoy y el que vendrá.
Por: Iskra Pavez Soto
Investigadora, Universidad Bernardo O’Higgins