Chile esta envejeciendo y es una realidad inevitable, según el Servicio Nacional del Adulto Mayor (SENAMA), dentro de 18 años el 23% de la población tendrá más de 60 años, siendo la mayor tasa de Sudamérica.
A esto se suma la tasa de natalidad que descendió a 1,7 hijos por mujer en edad fertil (INE), antecedentes que dejan ver que en el futuro, la mano de obra escaseará dentro de los rangos etarios permitidos, máximo de 60 años para la mujer y 65 para los hombres, un dato no menor ya que el mercado requerirá contar con más personas mayores, laborando en iguales condiciones que la generación que hoy integra la fuerza laboral, vale decir, la generación X, Y y los baby boomers.
Según el INE, Chile alcanzará la esperanza de vida más alta del mundo junto a Estados Unidos, noticia alentadora que habla del buen nivel de vida de los chilenos, y que para el año 2020 se proyecta que las mujeres podrían cumplir los 82,1 años y los hombres 77,6 en promedio.
Esto nos muestra una realidad a enfrentar, nuestro país será un país longevo y para ello, deben preparase las condiciones para enfrentar esta realidad, primero con medidas claras del Estado que vayan en apoyo de este segmento en el futuro y que las empresas, pese al aumento de la tecnología en desmedro de la mano de obra, deberá contratar cada vez más, personas con mayor edad.
Estas dos medidas que deben ser implementadas, lamentablemente no se han implementado, es más, es todo lo inverso, ya se han escuchado muchos reclamos donde entidades bancarias no entregan tarjetas de crédito o simplemente no las renuevan a los adultos mayores, pese a que tienen ingresos, pero son considerados un riesgo para el famoso seguro de “desgravamen”.
Al respecto, el presidente Piñera llamó a los bancos a no “discriminar” mediante esta práctica unilateral.
Es esperable que esto no sean meras palabras y que se lleven a una ley que regule esta anormalidades del sistema o que simplemente, elimine este tipo de discriminación odiosa. Hoy en día sectores políticos esbozan el apoyo a la diversidad, pero los adultos mayores, que serán una mayoría, no son escuchados realmente, tienen menos opciones laborales, desigualdades odiosas de créditos, pensiones bajas y enfrentan situaciones delicadas como gastos médicos y otros, sin considerar el nivel de abandono de mucho de ellos.
Debemos pensar que todos, algunos antes y otros después, deberemos enfrentar una mayor edad y no nos gustaría recibir vejamenes y sinsabores por ello, aquí es válido llamar a colación el famoso refrán “no hagas con otros lo que no te gustaria que te hicieran a ti”. Preparemos el camino para mi, para ti y para todos, vejez con dignidad y ya estamos atrasados, como país, deberíamos estar preparándolo.
Marcelo Ortiz Breitler
Director Escuela de Ingeniería Comercial
Universidad Bernardo O`Higgins