La contaminación se ha vuelto una preocupación latente en todo el mundo y pese a que las acciones se empiezan a tomar con lentitud, el daño dejado es evidente: zonas de sacrificio, derrames e industrias que se salen de la norma.
En 2018 el cordón industrial de Quintero-Puchuncaví, en la región de Valparaíso, revivió el debate sobre las zonas de sacrificio por la intoxicación de al menos mil personas, situación que viven en la zona desde la década del 60. El mismo año los niveles de fósforo, nitrógeno y clorofila superaban en un 80% la norma en el Lago Villarrica, en la región de La Araucanía a unos 900 kilómetros de Quintero y Puchuncaví, uno de los destinos turísticos más concurridos del país.
En 2019 nos preparamos para recibir el COP25, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, donde autoridades, científicos y líderes de opinión acudirán a Chile para buscar medidas contra el daño que producimos como especie, mismo año en que mil litros de petróleo fueron derramados en la planta de agua potable de Essal en Osorno.
La crisis ya ha sufrido derrotas, tanto legislativas como ciudadanas. Sin embargo, pareciera que partimos tarde el combate contra la contaminación.
BioBioChile viajó por todo el país para retratar audiovisualmente lo que está ocurriendo en los lugares donde las aguas perdieron su pureza. El segundo capítulo expone lo que está sucediendo en Quintero y Puchuncaví, en la región de Valparaíso, y en Villarica y Puerto Montt, en la región de Los Lagos.