Desde hace una semana, parece que la única forma de probar un delito es ‘con las manos en la masa’. De repente, resulta que las comunicaciones por WhatsApp entre dos personas 1. con prontuario, 2. que hacen alusión directa a provisiones de armamento y a la realización de actos terroristas (o delictivos… como quiera usted), son pruebas débiles, insuficientes como para
determinar responsabilidades.