El ensañamiento conservador no deja espacio para quienes nos disgusta el aborto pero no estamos dispuestos a encarcelar a las mujeres que pasan por ese drama. Los que claman desde la sangre que va a ser derramada, prefieren ignorar que se trata de la propia sangre de la madre. Los gritos que denuncian a los asesinos tapan la posibilidad de consensuar un verdadero respeto por la vida.