“Esta semana el Instituto Nacional de Derechos Humanos publicó un informe que expone profundas vulneraciones de derechos humanos en las cárceles chilenas. Es una realidad que, en la práctica, todos conocemos, pero que de todos modos se perpetúa en el tiempo. Como si no importaran esas vidas”.
“Un conocido sociólogo, Wacquant, escribió en su libro “las cárceles de la miseria”, que si bien la sociedad norteamericana había abolido la segregación racial de escuelas y espacios públicos, en la práctica, había creado un dispositivo, el gueto negro, que permitía mantener separada a esta población. Discriminada, en un espacio delimitado, estigmatizado y deteriorado, pobre (en lo económico y en oportunidades), y constantemente expuesta a represión policial”.
“Vivir en el gueto negro era como vivir en la cárcel: aislado, marginalizado, sometido a constante vigilancia y escrutinio policial, en condiciones de vida precarias y en un marco de bajas oportunidades. La cárcel, a su vez, estaba llena de personas provenientes del gueto. Y estas personas al salir volvían al gueto, a la cárcel de la miseria”.
Revisa el Punto de Vista de la profesora de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad Católica, Alejandra Rasse, en Bío Bío TV.