Con tres premios a la vista -Mejor Obra y Mejor Actuación 2018 (Círculo de Críticos de Arte); Mejor Dirección 2019 (Premios Clap), retorna una de las propuestas más valiosas de la última década en la escena nacional: “Chaika”, brillante producción, encabezada por Tita Iacobelli, actriz y marionetista chilena, y Natacha Belova, destacada artista rusa-belga.

Una vida, dos edades

Tres recursos utilizan las directoras para desarrollar este relato que tiene como referencia a “La gaviota”, del dramaturgo ruso Anton Chéjov.

La impresionante imagen que proyecta una máscara con el rostro de la actriz Tita Iacobelli, construida por Natacha Belova, que caracteriza a una actriz de edad avanzada, en plena crisis.

El vertiginoso e increíble diálogo entre Iacobelli y la marioneta, como si fueran siamesas, pero con vidas absolutamente independientes, distintas en edad y pensamiento.

Un tercer factor es el trabajo de la actriz al transmitir a la marioneta tal calidad en el movimiento que hace olvidar que se está utilizando un recurso técnico.

La obra se inició el año 2015, luego que ambas artistas encabezaran un laboratorio de investigación sobre la marioneta contemporánea.

Visualidad y verbalidad

Aunque este unipersonal tiene un fuerte componente visual en su origen y desarrollo, igual de potente es la importancia que las realizadoras le asignan al texto.

No podría ser de otra manera: visualidad y verbalidad aluden a Arcadina, personaje central de “La gaviota”, una actriz en crisis que, en esta propuesta, quiere despedirse de los escenarios con la obra de Chéjov.

Y como ya no tiene las habilidades físicas ni la memoria que se requieren, todos sus intentos reflejarán dolor y frustración, y un desesperado deseo por no abandonar el estatus de gran artista.

De este modo, la actriz vieja y la joven (marioneta y manipuladora) entablarán una lucha dialéctica sobre el quehacer escénico, la necesidad de retirarse a tiempo y cómo enfrentar la angustia y el placer de hacer arte.

Ambientes y derroteros

La Arcadina de “Chaika” no disfruta de la vida que Chéjov le permite a la original, pese a que ésta sobrevive en un ambiente social decadente.

Aquí busca derroteros que la alejen de su realidad, de la vejez, de las postrimerías de su carrera y la acerquen a Nina, el personaje joven, baluarte de la esperanza y de la fe en la vida.

La marionetista la trata con cariño, le explica, la contradice y juega con sus propias emociones en una relación que se mueve entre realidad y ficción.

En ese intercambio entre personajes y actrices la obra nace, muere y revive muchas veces, gira alrededor del escenario, vuela hacia otras esferas escénicas.

Se asumen como posibles gaviotas cuyos destinos no siempre serán la libertad, como le puede ocurrir a cualquier persona.

Y todo con la ironía y el humor a flor de piel, con ingenuidad y profundidad en la conducta y en el gesto corporal siempre fino y expresivo.

Siempre con la marioneta y la actriz en una simbiosis, como canales de universos desconocidos que se encuentran en una de las obras más conmovedoras por su calidad artística y humana.

Chaika

Creación y dirección: Tita Iacobelli y Natacha Belova
Actuación: Tita Iacobelli

Asistencia dirección: Edurne Rankin
Mirada externa: Nicole Mossoux
Asesoría dramatúrgica: Rodrigo Gijón
Diseño integral: Natacha Belova
Diseño sonoro: Simón González, Gonzalo Aylwin
Música: Simón González (basada en la canción “Pobre gaviota”, de Raúl Hernández)
Jefe técnico y efectos: Franco Peñaloza
Asistente de diseño e iluminación: Gabriela González
Asistente Iluminación: Christian Halkin
Producción: Javier Chávez
Fondart Regional 2018

Sala UFT

Jueves, viernes y domingo, 20.30 horas; sábado, 17.30 y 20.30 horas.
Entrada general $ 10.000.
6 al 9 enero 2022.