El puma es el último de los grandes carnívoros que aún queda de la llamada megafauna. Hace más de 12 mil años atrás, convivieron con el hombre, tigres dientes de sable, milodones, panteras, caballos y osos.

Por Gabriel Espinoza

El movimiento es frenético en el estacionamiento del Monumento Natural “Cueva del Milodón”. Las Van y los buses llenos de turistas llegan, otras tantas se van, llegan autos particulares, familias enteras. Todos los tours que vuelven de las Torres del Paine hacen la última parada acá, 40 minutos para visitar la cueva más grande. La gente viene cansada después de un ajetreado día de full day, pasan al baño, toman un café, caminan los 400 metros hasta la cueva, se sacan una foto con la representación de un Milodón de fibra de vidrio, unos pocos dan la vuelta completa a la cueva. Después compran algún souvenir en la tienda junto al parking y se termina la visita. Esto es a diario, pero sin duda alguna, el milodón no es lo más interesante de este lugar.

La famosa Cueva del Milodón ocupa la vertiente sur del cerro Benítez, ubicado a escasos 24 kilómetros de Puerto Natales. Parece un cerro pequeño comparado con sus enormes vecinos cubiertos de nieve y glaciares, pero esconde en sus laderas muchas cuevas y aleros que fueron usadas desde tiempos inmemoriales.

La franja administrada por Conaf es de 189 hectáreas y hay 2 cuevas más que pueden ser visitadas. Los primeros registros humanos de toda la Patagonia Chilena se encuentran precisamente en una de ellas, la cueva del medio. 13,200 años AC es la datación más antigua, y también, una de las más antiguas de Chile.

Cueva del Milodón, Gabriel Espinoza

Descubrimiento y saqueo

El primer colono de estas tierras, el alemán Herman Eberhard, descubrió está enorme cueva en 1895. Encontró en ella un trozo de piel fresca como si el animal prehistórico hubiese muerto pocos días antes. Vinieron científicos y viajeros de distintas nacionalidades atraídos por la novedad del descubrimiento. Comenzó entonces, y durante varios años, una búsqueda frenética para encontrar un ejemplar vivo.

Eran otros tiempos. Nadie en esa época asoció el estado de la pieza con las condiciones excepcionales del lugar. Cuando hoy, por ejemplo, se encuentran restos de mamuts frescos en el permafrost de Siberia, a nadie se le ocurriría ir en busca de un mamut vivo.

Esta es también la historia de un saqueo. Durante años no hubo control, y mucha gente se aventuró a realizar excavaciones ilegales, recolectando lo que sea con la esperanza de poder después venderlo, o quedarse con un recuerdo.

Piezas de gran valor se encuentran hoy en, al menos, 8 museos alrededor del mundo. Londres, Oslo, París y Berlín son algunos de los casos. Durante muchas décadas nadie cuidó estas cuevas y la pérdida de información es irreparable.

Distintas especies se escondieron y vivieron en estas cuevas, que iban cambiando de dueño a medida que pasaban los años, los siglos y los milenios.

La cueva grande, por ejemplo, está excavada en una mínima parte, a pesar de haber sido saqueada en innumerables ocasiones antes de ser administrada por Conaf, y protegida como monumento en el año 1968.

Cueva del Milodón, Gabriel Espinoza

Megafauna y el hombre

Los hombres llegaron hasta acá atraídos por la diversidad de alimento. Entonces, los milodones y los caballos abundaban en las praderas que rodeaban este cerro. Los primeros habitantes de la Patagonia utilizaron las cuevas y aleros de forma intermitente, más como lugar de caza que de habitación.

Hace 12 mil años, este lugar estaba habitado por enormes y feroces animales que disputaban la comida con el hombre. El tigre dientes de sable y la pantera patagónica eran quizás los más feroces y peligrosos. También deambulaba, un poco más lento pero no menos peligroso, el arctotherium, un oso cara corta que habitaba también en estas cuevas. El principal alimento de estos animales fueron los caballos y milodones.

Los caballos fueron traídos por los españoles, porque si bien los hubo antes, lo cierto es que cuando los europeos llegaron el caballo americano llevaba milenios extinto. Se trata de los hippidion saldiasi, un caballo originario de América, más pequeño que los actuales, con patas gruesas y robusto como un percherón. Los caballos abundaban y hay registros de haber sido devorados por varias especies, en todas las cuevas. Al parecer eran el alimento preferido de los grandes felinos, como también del hombre. Los primeros habitantes de la Patagonia cazaban alrededor de estas cuevas, pero también podían ser ellos los cazados y devorados.

Cuevas, Gabriel Espinoza

Milodón

El milodón era otro herbívoro predilecto por los grandes depredadores. La cueva grande parece haber sido una guarida de largas temporadas de los milodones. Se ha encontrado abundante evidencia de milodones pequeños y enfermos, por ejemplo. Las crónicas de las primeras excavaciones hablan de metros de estiércol de milodón, lo que sugiere una larga permanencia y gran cantidad de individuos han podido ser identificados.

Hay varias hipótesis sobre la desaparición de los milodones. Una es la sobre caza por parte del hombre. Pero la más probable, según los expertos, es que hace unos 10 mil años cambios climáticos hicieron subir las temperaturas y los antiguos pastizales dieron paso a bosques de Nothofagus. Este cambio radical los dejó sin su principal alimento y se extinguieron, así como muchos de sus grandes depredadores.

Laguna Sofía, Gabriel Espinoza

Laguna Sofía y Avistamiento de cóndores

Laguna Sofía, en la otra ladera del cerro Benítez, es probablemente uno de los mejores lugares para el avistamiento de cóndores. Gracias a los enormes farellones y acantilados que caen hacia el norte, casi siempre es posible ver al ave voladora más grande del mundo planeando con su elegancia única, grandes expertos en planear enormes distancias sin apenas mover las alas. Lo interesante es que también hay muchos jóvenes ejemplares aprendiendo recién el difícil arte de volar.

A la laguna Sofía se le llama el patio trasero de los natalinos, porque los fines de semana va mucha gente de Puerto Natales a acampar o hacer asados en familia. Aún sigue siendo un lugar solitario que no está del todo dentro de los circuitos turísticos. En la semana no hay nadie.

Hay emprendimientos que realizan cabalgatas por los alrededores, otras que recorren cuevas casi desconocidas y visitan pinturas rupestres que están cerca de la cumbre. Imágenes que dejaron los primeros hombres, sobre todo símbolos y representaciones de Guanacos.

El cerro Benítez y laguna Sofía son atractivos que, poco a poco, van ganando adeptos y turistas gracias a su belleza y cercanía.

Foto de Fabiana Martín, arqueóloga del Instituto de la Patagonia, Universidad de Magallanes

Refugio de pumas.

La gran mayoría de los animales de la megafauna se extinguió. Pero unos pocos lograron sobrevivir, como el puma, el guanaco y el huemul.

El puma es el único que, actualmente, deambula por las laderas de este cerro. Los registros de visitantes son muchos, aunque como es una zona boscosa no es fácil verlo. El puma es un verdadero fantasma que, la mayoría de las veces, pasa inadvertido entremedio de los turistas y los bosques de lenga.

Conaf tiene infinidad de imágenes de cámaras trampa ubicadas estratégicamente en toda la unidad. Llevan muchos años registrándolos, saben los recorridos que hacen y los pasos que tienen.

El guardaparques Ciro Barria, que lleva 45 años en el monumento y que está próximo a jubilar nos explica: “El puma baja a cazar a la enorme planicie que desciende paulatinamente y que llega hasta el fiordo Última Esperanza y a Natales mismo. Han hecho lo mismo desde siempre. Ahora, deben cruzar uno de los caminos que va a las Torres del Paine, pero siempre han usado este lugar como corredor. Hace 40 años atrás, carneaban a las ovejas de la estancia Eberhard, pero ya no quedan ovejas ahí. Ahora se alimentan principalmente de liebres”.

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Develando el pasado

Ciro Barria también nos habla, entusiasmado, de lo que se ha descubierto y de futuros proyectos.

“Llevamos muchos años trabajando con el Instituto de la Patagonia de la Universidad de Magallanes. Actualmente se sigue investigando y excavando en varias cuevas y aleros alrededor, gracias también a que varios particulares facilitan el estudio en sus terrenos”

Y así, arqueólogos, geólogos, paleontólogos y biólogos trabajan en la reconstrucción del lugar, la megafauna y sobre cómo fue su interacción con el hombre. También monitorean paso a paso al último de sus representantes. Es tal la información almacenada durante miles de años de ocupación, que en cada nueva excavación aparecen valiosos datos para terminar de develar el pasado de este lugar que, alguna vez, estuvo rebosante de vida. Hoy, el importante y milenario cerro Benítez es habitado sólo por el puma y el hombre.”

Gabriel Espinoza, Instagram: nomadeaustral24

Foto de Fabiana Martín, arqueóloga del Instituto de la Patagonia, Universidad de Magallanes